sábado, 29 de noviembre de 2008

ESTAMBUL


Bueno, un descanso a los retratos de la “leprosería”, y a otras obsesiones menos confesables, de las que he decidido, por el bienestar de mi propia salud mental, intentar olvidarme.



Pretendo retomar el propósito inicial de este blog, un rincón destinado a publicar mis "pobres" y, soy consciente, insuficientes "coqueteos" literarios.


Estoy fumando mientras conduzco, contraviniendo todas las normas de la Dirección General de Tráfico. A mi lado ella, tan deseable como siempre, me susurra con su voz grave: “Pásamelo”, y su mirada implorante me desarma, como siempre. Como siempre sus deseos son órdenes para mí. Soy un cobarde, y no le puedo negar nada a esta mujer. Me aterrorizaría perderla. Morena, pelo corto, su belleza es arrasadora. Duele mirarla, de tan resplandeciente. Como un esclavo siempre complazco hasta sus más mínimos deseos. Pienso que me importa un bledo la DGS, y sus “pesadísimas” recomendaciones. Me siento transgresor por un momento, y conduzco, por un breve instante, con una mano mientras con la otra deposito suavemente el cigarrillo entre sus labios entreabiertos. Por el rabillo del ojo, percibo su gesto de placer al realizar la primera y lenta calada. “La deseo como nunca he deseado a nadie”, me digo. Con cada mujer que ha pasado por mi vida me he repetido esta hipérbole, tan falsa, como cierta para ese mismo momento.
El coche se desplaza a moderada velocidad por una ciudad de piedras “venerables” que a mi me parece, ¿Estambul?
La Santa Sofía que contemplo a la otra orilla del Bósforo es inmensa y reluciente. Sin embargo, al acercarme, parece gris y triste, como si, de repente, la hubiese cubierto una pátina de suciedad.
El propio Bósforo, hace unos instantes tan luminoso, se ha cubierto por una densa capa de nubes. Incluso parece amenazar lluvia, y el ambiente se ha tornado denso, irrespirable.
De pronto, suena un trueno y afuera el aguacero repica como un tambor a rebato. Me acurruco entre las sábanas frías abrazando el fantasma de su cuerpo que tirita, no se si de miedo o de frío, pero es cálido y suave, y huele bien, a perfume de mujer.
Retumba otro trueno, y me despierto, sudoroso y agitado. Y, como me temía, ni rastro de la hermosa morena de pelo corto, que ha vuelto a desaparecer, como por ensalmo. Mierda de vida...

8 comentarios:

atikus dijo...

jeje, esta bien ese momento con la morena, sin duda un día seductor y grisaceo, todo parecía indicar que tenías al lado a una aprendiz de lauren Bacall con el pelo corto, si el sueño se corto, como una peli pero eso no importa ;)

abrazos en B/B

koolauleproso dijo...

Si, Atikus, el sueño es corto, pero la razón no es otra que mi pereza.
Confieso que morena, de pelo corto, corresponde al arquetipo de mi mujer ideal, pero, como diría no me acuerdo quién (este alzheimer incipiente...) "no descarto otra posibilidad".
Lo cierto es que, no se por qué (jamás he estado allí, y sólo lo conozco "indirectamente" siempre he tenido recurrentes sueños que se desarrollaban en Estambul).

Necesitaré un psicoanalista?

EvitaBlu dijo...

Que bien escribes cuando escribes.
No cambies nunca.

Besos de una morena de pelo corto.

(Con un poco de suerte, en breve estoy de vuelta)

koolauleproso dijo...

Eso espero, Eva, porque no sabes cómo extraño nuesras charlas matinales (o, bueno, cuando sean).

un beso, esperando tu "regreso".

Sirena Varada dijo...

Bravo Ro, has vuelto por tus fueros literarios y veo que también por otros fueros; los Navidad-fóbicos (de los que ya sabía)... Sólo es cuestión de tiempo pues como bien dices la Navidad pasa y la vida sigue.

Por cierto, ambos textos son excelentes, impregnados por ese desencanto tuyo tan característico. En relación a "Estambul" has hecho que me pregunte una vez más por qué las mejores aventuras personales se quedan casi (y digo casi) siempre atrapadas en los sueños.
Querido Ro, sigue escribiendo así y sigue sorprendiéndonos.

Un beso


(PD. Espero que el bueno de Mino se recupere pronto del "accidente")

koolauleproso dijo...

Gracias, Sirena, eres una amiga., Ni se, ni quiero saber, por qué yo soñaba tanto con Estambul.
Tengo que confesar, además, que en el relato hay una pequeña trampa, motivada por mi insuperable pereza: he "cogido" un trozo de un antiguuo relato mío ("La clemencia de la lluvia"-novidembre 2006-, y lo he "calcado" aquí, sin ningún pudor, en una especie de plagio a mi mismo, por el que no se si me interpondré una querella -de hecho, ya el koolau de 2006 ha amenazado al de 2008 con enviarle sus abogados, pero esto que quede entre nosotros, no vaya a enterarse nadie-).







De Mino, sólo se que ya volvió del hospital, pero el hombre está inmovilizado en su habitación, así que todavía no lo he visto.

Todos los besos del mundo.

Paco Becerro dijo...

Bravo.

Me gusta el relato. Incluso con ese final que no puedo compartir. el Mierda de vida, digo...

Un abrazo más.

koolauleproso dijo...

Pero, FB, cómo lo vas a compartir, si mientras tu te vas a Zamzíbar (nada menos) con tu muy real "Rubia Azabache" (dale recuerdos, por cierto) a mi las morenas (imaginarias) no paran de darme calabazas.
Creo que ya te dije en otra ocasión lo que te envidiaba, y lo "ponzoñosa" que era mi envidia.

un abrazo, y bienvenido a la cruel cotidianeidad. Que pronto te las verás con las chicas de la Dirección General de la Mujer. ¡Jo, no te digo, tipo con suerte!