jueves, 13 de mayo de 2010

¡OLÉ MI ALETI!

Antonio López, ese lateral izquierdo con nombre de genio de la pintura, le impone la bufanda "colchonera" a nuestro patrón, Neptuno.







Por fin los Atléticos hemos recibido esta temporada alguna alegría. No estamos acostumbrados. Es más, en los últimos tiempos, nuestra idiosincrasia sufridora había sido incluso sustituida por una apabullante mediocridad. Un “ni frío ni calor” que nos hundía en la vulgaridad. Lo peor que nos puede pasar a los “colchoneros”. No sólo quedaban lejos nuestras gestas (la última el doblete de 1996) si no también las derrotas grandiosas que configuran la esencia Atlética.
Pero escondido tras la sempiterna “tamboreada” de la rivalidad Barça-Madrid, nuestro Aleti afilaba sus armas. Nos dispusimos a dejar en la cuneta de la llamada Liga Europa (la UEFA de toda la vida) a otro grande de Europa, el Liverpool. Y lo hicimos como sólo sabemos, sufriendo hasta el final, remontando la adversidad e imponiendo nuestro juego de equipo humilde y sufridor.
Y no quedó ahí la cosa, porque en la final, contra el modesto Fulham inglés, un equipo tremendamente mediocre, jugamos mal, desperdiciando nuestra evidente superioridad y, como lógica consecuencia, lo pasamos peor hasta que, a cuatro minutos del final de la prórroga, nuestro “u-ru-gua-yo” acertó, con ayuda de la suerte, un poco “a trompicones” y con la inestimable e involuntaria colaboración de un gigantesco (y torpe) defensa noruego que ayudó a introducir el balón en su propia meta, y a convertirnos por derecho propio en el mejor equipo de España esta temporada, el único que puede realizar un “doblete”, y el único en ganar un título europeo.
Y seguimos soñando: soñamos que el Bayern de Munich gana la liga de campeones y, por supuesto, como no cuesta dinero, en Septiembre (o cuando se juegue), vengamos la ominosa (y grandiosa) derrota de nuestra única final de Copa de Europa en el 74, y les birlamos la Supercopa de Europa. Porque sí, por si nadie se había dado cuenta, mi Aleti es el único equipo español que todavía puede aspirar a cuatro títulos esta temporada.
Algo que, desde luego, no podrán decir este año los todopoderosos Madrid y Barça que, como mucho, se tendrán que conformar con la Liga (uno de ellos), esa que nosotros hemos despreciado en aras de la gloria.
Y es que los Atléticos somos así.

Esta apresurada croniquilla palidece ante el magnífico artículo que David Trueba publicaba ayer en "El País" con el significativo título de "Tenía que ser así" que, por supuesto, suscribo desde la primera a última letra.

miércoles, 12 de mayo de 2010

LA PUBLICIDAD "POLÍTICAMENTE CORRECTA" DE COCEMFE


Me ha llamado negativamente la atención, la última campaña publicitaria de una entidad a la que pertenezco (o pertenecía hasta el año pasado, ahora no estoy seguro).
Sí, COCEMFE, siglas que correspondían, al menos hasta ahora, a coordinadora estatal de minusválidos físicos de España, ha lanzado una campaña, cuyos objetivos no alcanzo a comprender del todo (quizás es que, aparte de inválido, sea yo un poco “corto de entendederas”) y que resumiré así: sobre la imagen de un miembro de nuestro colectivo en silla de ruedas, aparece la leyenda, “hace mucho tiempo, inválidos; hace menos, minusválidos; ayer, discapacitados; hoy, personas con discapacidad; mañana, simplemente personas; COCEMFE, avanzando contigo”.
Y me llamareis “rompe-huevos”, “tiquismiquis” o lo que queráis, pero no me gusta. No me gusta el obsesivo empeño de gran parte del colectivo de minusválidos, discapacitados o, por qué no, simplemente inválidos, de enmascarar nuestra realidad con juegos de palabras. No me gusta nuestra actitud vergonzante, ese huir de nuestra realidad. Me parecen infantiles, ridículos y estériles todos esos esfuerzos por enmascarar nuestra realidad ¡Pues claro que somos personas! ¡Faltaría más!
Sin embargo esta demencial campaña de COCEMFE pareciera ponerlo en duda.
Naturalmente que los minusválidos (acabaré utilizando este término, digamos “intermedio” entre “inválido” y “discapacitado”) somos seres humanos diferentes. Algunos hemos acabado por estar orgullosos de ello. Creemos (o creo yo, al menos) que, globalmente, la vida nos ha hecho un regalo: destacamos de la masa, somos especiales y, en cierto sentido, mejores. Tenemos que utilizar más el cerebro, pensar más, sentir más, para no quedarnos rezagados.
Al menos en nuestro primer mundo, tenemos la suerte de disponer de una serie de ayudas técnicas que nos facilitan una vida en práctica igualdad de condiciones, al reto de seres humanos completamente “válidos” (para entendernos, por abreviar, porque, a veces, lo “políticamente correcto” convierte cualquier discurso en ininteligible).
Si…ya se, “válidos” somos todos, en silla de ruedas, o sobre dos piernas, sólo tenemos distintas capacidades, bla, bla..., pero prefiero obviar todas esas interesantes disquisiciones, y mantener un discurso mínimamente inteligible. Porque si, en virtud de determinados principios, convertimos al lenguaje en un problema, acabaremos por no entendernos. Y ese es el principal inconveniente del lenguaje llamado políticamente correcto.
Pues bien, y aunque no venga a cuento, yo soy del Atlético de Madrid (que tenemos a gala ser diferentes y, por lo tanto, políticamente incorrectos, y además, estamos orgullosos de ello), y le aplico a mi colectivo la misma máxima que al equipo de fútbol con el que simpatizo ¡Viva la diferencia! Y, siempre, llamemos a las cosas por su nombre.
Si no, será imposible entenderse.