miércoles, 23 de abril de 2008

EL CUMPLEAÑOS


A Gregorio.


Mi padre se llama Gregorio. Hoy cumple 75 años. Desde luego, es mi anciano preferido (y no debería decir esto, pues detesta que le consideren como tal).
Ha tenido una vida dura, mi padre, plagada de sinsabores. Marcada por el estigma de la derrota y la mala suerte, las cosas como son.
Cuando las cosas le iban mejor (había conseguido hacerse una reputación como tallista de madera), mi accidente le cortó en seco (prefirió ocuparse de mi-que estaba en una situación crítica-, que dedicarse con los cinco sentidos a la talla, con la que estaba empezando, a base de un descomunal esfuerzo, a hacerse un “nombre” en el mundillo artístico).
Hoy, además, no me ha sido posible regalarle, como tenía pensado, la biografía que Santiago Carrillo ha escrito sobre su admirada Dolores Ibarruri (1).
Por ello le dedico este post, sabiendo que lo que merecería es un monumento, porque mi padre es, sobre todo, un hombre bueno.

Felicidades, papá.

(1).- El mal estado de mi pie me ha impedido desplazarme hasta la librería de la que soy ciente habitual.

lunes, 14 de abril de 2008

RETRATOS DE LA "LEPROSERÍA (4)

JOSÉ MARÍA, EL "ARGENTINO"

José María vive en la habitación contigua. Es bonaerense, hijo de un inquieto marino gijonés y una danesa que todavía vive (ya sabéis, Argentina, tierra de mestizajes...)
Cuenta cómo acabó en las “acogedoras” instalaciones de la tristemente famosa Escuela de Mecánica de la Armada, allá por el año 1977.
Cuenta cómo fue torturado, por ser simplemente simpatizante de la izquierda.
Cuenta cómo se libró “por un pelo” de ser “obsequiado” con un billete gratuito en uno de los “viajes de la muerte”.
Cuenta cómo se despidió de algún compañero que si participó en uno de esos viajes sin billete de vuelta, y de cómo el camarada en cuestión se dirigía confiado hacia ese lugar del que no regresaría jamás.
Cuenta, sin poder evitar una sonrisa, como a un cuñado suyo, “más católico que el papa y más de derechas que Franco”, le confundieron en plena ordalía torturadora, y también acabó en la infausta E.S.M.A.
Cuenta todas estas cosas mi amigo José María que ha vivido mucho, y que espero tenga que vivir mucho más todavía, pues es el mayor de los residentes aquí (57 años, los que, cuenta, vivió su inquieto padre, el marino, hasta que un cruel cáncer acabó con su vida).
José María, que ya ha perdido el cabello, debió de ser pelirrojo (pues luce un espléndido mostacho de ese color).
No ha tenido una vida fácil, José María, y, para colmo, un accidente cerebral le paralizó la mitad del cuerpo hace un par de años, cuando había regresado a la tierra de su padre, huyendo de la enésima crisis económica que asolaba el “país austral”.
Está aquí temporalmente, mientras le arreglan el ascensor de su casa. Creedme, que cuando se marche le voy a echar mucho de menos.
Será difícil desayunar privado de su conversación, de sus ¡Qué “pelotudo”!..., asombrado ante cualquier tontería que le cuento, de sus “está macanudo esto”, si le gusta la comida, de su sonrisa irónica, de sus “¿Qué hubo, muchachos?”, cuando nos encontramos después de comer al salir del ascensor.
Por eso, espero con temor el día que nos diga, con su peculiar acento porteño, “Muchachos, ya acabaron las obras, me voy”, y es que hay amigos a los que duele verles alejarse, aunque permanezcan para siempre en nuestro corazón.

lunes, 7 de abril de 2008

RETRATOS DE LA LEPROSERÍA (3)


ÁNGEL, EL "RÁPIDO"

Si no hubiese padecido, desde que nació, una extraña enfermedad que le impide el control de sus músculos, produciéndole tremendos espasmos, Ángel, natural de Cangas del Narcea, “capital” no oficial del occidente asturiano, se hubiese dedicado al mundo de la velocidad, ahora tan de moda en Asturias.
Ángel tiene una especial habilidad para manejar su silla de ruedas (manual, no a motor). Me sigue asombrando su temeridad, cuando se lanza con su silla cuesta abajo por la rampa de doble revuelta que une el primer piso (el de las habitaciones) con el bajo. Lo más asombroso es que no sólo baja por la rampa (al fin y al cabo eso sólo podría calificarse de “arriesgado”), si no que, ignorando olímpicamente el ascensor, también la usa para subir (con el titánico esfuerzo que esto supone).
Como los grandes fondistas, Ángel siempre lleva una zapatilla desatada, con los cordones “a rastras”, como si no tuviese tiempo para atársela, como si atarse las zapatillas (o en su defecto, pedirle a alguna auxiliar que se las amarre) fuese una pérdida de tiempo que su mente hecha para la velocidad, no pudiese digerir.
Ángel tiene un rostro afable y sonriente, de los que inspiran confianza, aunque lo acabes de conocer. Soporta las chanzas y bravuconeadas de su inseparable amigo Manuel (ya os hablaré de él) con una paciencia digna de mejor causa.
Ángel tiene, además, gravísimos problemas de visión (vamos, es socio de la ONCE, organización que le sirve de ayuda, por ejemplo, para adaptar el ordenador, al que es tan aficionado como yo mismo, a sus particulares problemas; vaya, que prácticamente padece dos minusvalías).
Ángel es una persona preparada, inteligente, simpática y sin problemas para relacionarse con los demás. Desde luego, no de todo el mundo puede decirse lo mismo (esté o no en silla de ruedas).
Curiosamente, mi padre también tuvo un conocido en su juventud a un Ángel, al que también conocían como “el rápido”, pero era este un mote de familia: los “rápidos de Muniello”, que significaban a toda una familia.
Yo también lo conocí: un individuo voluminoso, al que en su constante deambular sin rumbo fijo por el muro de San Lorenzo (el largo paseo marítimo gijonés) precedía siempre su tremenda panza.
Por eso, para mi, el auténtico Ángel el “rápido” no puede ser otro que mi amigo minusválido, y “funambulista” de Cangas del Narcea.

sábado, 5 de abril de 2008

EL WI FI, POR FIN

Ya no tengo disculpas, amigos. Me había ido a casa de mis padres ayer (una revisión médica-los dichosos pies que me han traído por la calle de la amargura, desde que llegué aquí-) y , a la vuelta, me he encontrado con la agradable sorpresa de que el prometido wi fi para las habitaciones ya había sido instalado.
Lo que quiero decir con esto es que COCEMFE (la impulsora y promotora de esta residencia) me ha “desnudado”, y dejado a mi pereza sola frente a vuestras justas reprimendas e indignadas admoniciones. La disculpa de que no podía publicar con comodidad, que me era tan “conveniente” (justo es reconocerlo) se ha disuelto como un azucarillo en el café (dejando a mi “proverbial desidia” con “el culo al aire”, qué se le va a hacer).
Sólo me queda rogaros a todos los que considero ya mis amigos (los que frecuentáis este rincón de la “bloggosfera”) o los que pasáis esporádicamente por aquí, que no dudéis en seguir “pinchándome” para que produzca con una mínima regularidad (me quedan un mínimo de once “retratos” por hacer, y si no me “empujáis” como sólo vosotros sabéis hacer, nunca los culminaré, que me conozco).

A todos, gracias por adelantado.