martes, 24 de febrero de 2009

"BICHO"


“Bicho”. Por teléfono me llama “bicho”. Me la imagino juntando los labios para formar la bilabial “b”, y luego entre una sonrisa quizás irónica, quizás franca, ir dejando salir de su boca el resto de la palabra, que a mi se me antoja cariñosa y dulce, aunque bien pudiese ser todo lo contrario, ya me conocéis, dudando siempre, el racionalista extremo (aunque esa duda, tan higiénica siempre en cuanto a la razón se refiere, llegue a ser paralizante en la vida práctica).

Así que me quedo con el “bicho” pronunciado por su hermosa boca, y no paro de darle vueltas. Mastico el vocablo, tan simple, como si se tratase de una de los largos “meandros” de mi admirado Proust, en que recoge una idea, o una impresión, y le da vueltas hasta que los lectores llegamos a un dulce mareo, pero, a la vez, nos embarga una satisfacción inigualable al resolver finalmente el enigma de tan alambicado discurso.
“Bicho”, me imagino ese vocablo saliendo de su boca con la misma dulce excitación que si pronunciase ese “te quiero” o ese “amor mío”, que, ojala, llegue a pronunciar alguna vez.
Ni que decir tiene que es lo que más deseo en el mundo.
Mientras tanto, me queda seguir imaginando el envés de esta primorosa espalda. Y es que “el que no se consuela es porque no quiere”.

jueves, 19 de febrero de 2009

PROUST, EL GRANDE


¿Han ustedes leído algo mejor que la rememoración del sueño con que comienza esa gigantesca epopeya íntima que es “En busca de el tiempo perdido”?.
Cuando el protagonista, que nunca recibirá un nombre concreto hasta en los últimos libros en que, quizás por cansancio del autor, o por alguna otra circunstancia insondable, es referido ya como Marcelo, hinca sus dientes en una esponjosa magdalena mojada en té y se desencadenan, a raudales, los recuerdos (siempre la memoria que da sentido a lo vivido) de toda una vida.

Imitar a Proust es imposible. Este heterodoxo, este hombre del subsuelo, como diría mi amigo Horrach (http://horrach.blogspot.com/ )-cuya última entrada (“Descorchando a Proust”), a qué negarlo, ha servido de acicate para esta, pues Proust, judío, homosexual y asmático, revolucionó la literatura en los albores del pasado siglo XX, y lo hizo, como siempre se hacen estas cosas, a partir de lo que ya había. Fue un poner en cuestión el simbolismo, el realismo a lo Zola, y un entroncar con lo mejor de la literatura del XIX, que Proust tanto admiraba (especialmente los maestros rusos –Tolstoi, Dostoievski, Gogol-), fue una tarea ciclópea, un sueño felizmente consumado, que un hombre físicamente disminuido (1) (por la propia enfermedad, por su carácter obsesivo con la propia enfermedad-era un auténtico hipocondríaco-, por la necesidad de llevar una “doble vida” -un homosexual, en su época, estaba en la obligación de ocultarlo-, y así en esta gigantesca novela autobiográfica los múltiples amantes masculinos del protagonista se transforman en amantes femeninas, ya sea Albertina, Andrea, o alguna más, que ocultan a sus reales amantes masculinos -por ejemplo su chófer Alfred Agostinelli, el gran amor de su vida, parece ocultarse tras la “ninfa imposible” Albertina-).
Proust nos habla del deseo imposible, de cómo lo que más nos atrae es, precisamente, lo que nos rechaza. Así la caprichosa Albertina que vuelve loco al casi nunca nombrado protagonista (al que, al menos, en los cinco primeros tomos, conocemos sólo como “yo”, la voz del narrador, y sólo a partir del sexto es referido ocasionalmente como Marcelo). Esta Albertina que obsesiona al narrador, como en el primer tomo Odette de Crecy, obsesionó a Charles Swann, en ese prodigioso “juego de espejos” que será característico de todo este monumento literario.
En fin, una obra fascinante, poliédrica y monumental, un esfuerzo gigantesco en la que un tipo físicamente muy limitado se crece, gracias al poder invencible de su gigantesca imaginación, hasta el “no va más” de la historia de la literatura.
Una obra de la que es muy difícil desprenderse una vez leída (recuerdo mi peregrinar obsesivo por librerías y bibliotecas tras terminar la última página de “El tiempo recobrado”, y mi decepción al constatar que este gigante de las letras no había escrito prácticamente nada más, aparte de esta monumental autobiografía encubierta a la que dedicó prácticamente toda su vida).
Sentí la necesidad de saberlo todo sobre Proust y me sumergí ansioso, ávido en la gigantesca biografía de Painter, lo que era reiterativo, porque poco más se puede saber de su vida que no esté ya, contado de forma inigualable en esa monumental autobiografía en siete tomos que resulta ser “En busca de el tiempo perdido”.

Imprescindible para todo el que ame la literatura.

Es largo, pero merece la pena.

Si se toman la molestia de internarse en este “bosque de las maravillas”, créanme que les atrapará y les costará abandonarlo.

(1).-Si, en cierto sentido también podría formar parte de la cofradía de los "leprosos", y ya sabéis en qué sentido lo digo.

lunes, 16 de febrero de 2009

Y YA SON DIECISEIS

Pues sí, cómo pasa el tiempo. Otro año de supervivencia desde que “volví a nacer” cuando un fatídico 12 de febrero de 1993, sufrimos mi ex y yo aquel terrible accidente que casi nos cuesta la vida y que, a la postre, nos costó “sólo” el matrimonio. Porque en estos 16 años que cumplí el pasado 12 de febrero mi vida ha cambiado radicalmente. No diré si para bien o para mal (eso siempre es relativo), pero mis preocupaciones, obsesiones, gustos e incluso amistades, son otros completamente distintos. Ver la vida desde una silla de ruedas es, obviamente, contemplarla desde una perspectiva diferente. Y saberte un inválido (sabéis cómo odio los eufemismos) te hace afrontar la vida de forma completamente distinta.
En cierto sentido creo que soy mejor persona desde que vivo desde la perspectiva, más baja, de el que está siempre sentado. Creo que, si por un milagro imposible, me encontrase de nuevo caminando, volviese a medir los 184 cm. que medía antes del accidente, no sabría, literalmente, qué hacer. Cosas que eran muy importantes para mí, como el baloncesto, han dejado de serlo (de más deportes ni hablo, porque siempre tendí más a la reflexión que a la acción, y el basket era una excepción relacionada con uno de mis sueños recurrentes-el de “gravitar” como un astronauta en el espacio-).
Siempre fui un tipo introvertido, y lo sigo siendo, pero en estos años he encontrado, en las llamadas “nuevas tecnologías” el medio ideal para ir venciendo mi timidez, y relacionarme con personas de muchos lugares, algunos muy lejanos, valiéndome además de esa “veladura” que Internet nos proporciona a los tímidos, que, como yo, además, nos expresamos mejor mediante la escritura que con el discurso hablado.
Otras, las mujeres, el sexo, la literatura, el cine no han variado en absoluto, gracias a dios. Me sigue gustando sobre todas las cosas el simple roce con otra piel, las discusiones interminables que nunca conducen a ninguna solución, las mujeres, pues sigo persuadido que todas son bellas y más inteligentes que nosotros, sólo que ahora me relaciono, sobre todo, con sus “fantasmas”, la proyección “cibernética” que algunas nos quieren dejar (aunque alguna, y me refiero concretamente a mi amiga de Murcia, “Sirena Varada”, se empeñen en querer escapar, amenazando una y otra vez con abandonar su blog, que tanto deleite nos produce, y como esta Sirena, náyade aventajada, nada como la más veloz de las ondinas, y yo soy, a pesar de haber nacido a la vera del mar-el Cantábrico, concretamente- un individuo más bien sedentario, que se siente sólo seguro en tierra firme y poco amigo de “odiseas” marinas, mucho me temo que no podré seguirla en su, sin duda, excitante singladura).
Y, bueno, como os decía el año pasado por estas fechas (1), se admiten regalos, aunque, soy consciente que, quizás, como hace un año, me tendré que “conformar” con el de vuestra compañía, que no es poco, amigos.

(1).-Ver la entrada del 21 de febrero de 2008, titulada "Cumpleaños"

miércoles, 4 de febrero de 2009

UN AÑO EN LA "LEPROSERÍA"

El 4 de febrero de 2008, con gran ilusión y muchos nervios, llegué a esta que, considero ya, mi casa.
Como seguramente sabéis los que seguís este rincón de la bloggosfera esa inicial ilusión se ha ido tornando con el paso del tiempo en preocupación, tras una serie de incidentes que me hacen temer incluso por el futuro de la que yo llamo “leprosería”, entendida por el lugar donde habito físicamente, en ningún caso esta mi casa “virtual” (que es también la vuestra, la de todos los que la honráis con vuestra visita).
Pues bien, hoy cumplo mi primer año aquí y, aunque las cosas en los últimos tiempos han empeorado (sobre todo a partir del fatídico 31 de diciembre de 2008 (*)) sigo confiando en que esta podrá ser mi casa por mucho tiempo, porque tiene todos los ingredientes necesarios para serlo.
He sido bastante feliz aquí y, a pesar de todo, espero seguir siéndolo.
(*).-Ver la entrada del 31 de diciembre de 2008, “El día más negro”.
Fueron, en verdad, unos hechos que me produjeron una de las mayores desilusiones de mi vida.