martes, 1 de junio de 2010

EL BESO


Ha vuelto a pedirme un beso. Como quizás soy un imprudente, vuelvo a acercar la mejilla a sus labios. Pero esta vez, no se conforma con maniobrar hábilmente hasta que sus labios rocen los míos. Con un ímpetu que me sorprende, quiere introducir su lengua en mi boca. No la dejo hacer. Sello mis labios y observo su frustración. “...Perdona, ¿te molestó?” me dice. “No se qué me pasa, si ya me dijiste que como amigos. Como amigos, ¿vale?”. Y se da la vuelta con la desilusión inscrita en el rostro deforme y deseante.