Por definición, la censura, amén de perversa, es siempre estúpida. Normalmente consigue, precisamente, los efectos contrarios a los que pretende. Viene esto a cuenta de la “polvareda” levantada por la película “A serbian film”, absurdamente censurada en el festival de Sitges, un festival, para más burla, dedicado supuestamente al cine fantástico.
Pues bien, “A serbian film” es, simplemente una película mediocre que se mueve entre el “gore” y un erotismo convencional y cansino. Sin la polémica, seguro que hubiese pasado completamente desapercibida. A lo mejor es lo que su director, un tal Srdjam Spasojevic, pretendía. Escandalizar a los “escandalizados de siempre”. Tengo que decir que si es así, lo ha conseguido. Yo, por ejemplo, jamás me hubiese tomado la molestia de descargármela y ocupar una porción del disco duro de mi ordenador, si alguien no hubiese levantado tan absurda polémica. Por supuesto, queda fuera de toda duda, jamás hubiese pagado los 6 o 7 euros “de rigor” por la entrada del cine (y si los hubiese pagado, aún estaría lamentando el dinero “tirado”).
“A serbian film”, en su inmensa pequeñez es una película confusa, reiterativa y aburrida, amén de pretenciosa. Su pretendido “mensaje” sobre la lamentable situación de los Balcanes (que es la coartada que esgrime Spasojevic para perpetrar semejante horror) se torna en ininteligible.
Se que Spasojevic pretende horrorizar, bombardeándonos con una cadena de truculencias intensiva, pero a mi simplemente me aburre. Definitivamente Spasojevic no es el Marqués de Sade.
Las desventuras de un actor porno en declive, pierden todo su interés pronto y sólo queda un inmenso vacío. El final del film, que no desvelaré aquí, pretende adscribir la película al género de terror. Y evidentemente, se demuestra que el tal Spasojevic no es precisamente Jacques Tourneur, la sutileza brilla por su ausencia, las elipsis no se utilizan, y la película se sustancia en un abigarrado “querer mostrarlo todo” para enmascarar la nada más absoluta. Ante tanto pretendido horror, la película se te acaba haciendo larguísima (y no lo es especialmente, 104 minutos), los bostezos se suceden y lo único que deseas es que se acabe pronto tu suplicio de espectador engañado.
Sí, definitivamente Spasojevic es un delincuente, pero no contra la pretendida moral pública, si no contra el cine, lo cual es un delito mucho más grave.
Véanla, si les sobran 104 minutos de su vida y no les cuesta dinero. Yo ya les he advertido.
Pues bien, “A serbian film” es, simplemente una película mediocre que se mueve entre el “gore” y un erotismo convencional y cansino. Sin la polémica, seguro que hubiese pasado completamente desapercibida. A lo mejor es lo que su director, un tal Srdjam Spasojevic, pretendía. Escandalizar a los “escandalizados de siempre”. Tengo que decir que si es así, lo ha conseguido. Yo, por ejemplo, jamás me hubiese tomado la molestia de descargármela y ocupar una porción del disco duro de mi ordenador, si alguien no hubiese levantado tan absurda polémica. Por supuesto, queda fuera de toda duda, jamás hubiese pagado los 6 o 7 euros “de rigor” por la entrada del cine (y si los hubiese pagado, aún estaría lamentando el dinero “tirado”).
“A serbian film”, en su inmensa pequeñez es una película confusa, reiterativa y aburrida, amén de pretenciosa. Su pretendido “mensaje” sobre la lamentable situación de los Balcanes (que es la coartada que esgrime Spasojevic para perpetrar semejante horror) se torna en ininteligible.
Se que Spasojevic pretende horrorizar, bombardeándonos con una cadena de truculencias intensiva, pero a mi simplemente me aburre. Definitivamente Spasojevic no es el Marqués de Sade.
Las desventuras de un actor porno en declive, pierden todo su interés pronto y sólo queda un inmenso vacío. El final del film, que no desvelaré aquí, pretende adscribir la película al género de terror. Y evidentemente, se demuestra que el tal Spasojevic no es precisamente Jacques Tourneur, la sutileza brilla por su ausencia, las elipsis no se utilizan, y la película se sustancia en un abigarrado “querer mostrarlo todo” para enmascarar la nada más absoluta. Ante tanto pretendido horror, la película se te acaba haciendo larguísima (y no lo es especialmente, 104 minutos), los bostezos se suceden y lo único que deseas es que se acabe pronto tu suplicio de espectador engañado.
Sí, definitivamente Spasojevic es un delincuente, pero no contra la pretendida moral pública, si no contra el cine, lo cual es un delito mucho más grave.
Véanla, si les sobran 104 minutos de su vida y no les cuesta dinero. Yo ya les he advertido.