miércoles, 24 de junio de 2009

ELLAS Y EL SUEÑO

A Federico Fellini, que también amó a todas las mujeres, a Anita Ekberg y a Giuletta Massina, a Anouk Aimee, a Claudia Cardinale y a Sandra Milo; a la estanquera de “Amarcord” y a la pequeña Gelsomina.






Amo a las dos. Sobre todo deseo a las dos.
Son muy distintas, sólo coinciden en su pelo negro, que me gusta pensar se han cortado así por mí...: Las dos con el pelo corto, muy corto,”a lo chico”, como a mí me gusta; y, tengo que confesarlo, me satisface esa respuesta atentísima a mis deseos, esa “sumisión”, que me hace sentirme, por una vez, poderoso, importante, dominador...

Lilith, llamémosla así, es delgada, fibrosa, inteligente. Sus manos son hermosísimas, sus dedos larguísimos, de pianista. Es perspicaz, Lilith, tanto, que me supera en ese terreno y, en cierto modo, me intimida, pues es capaz de dejarme como un rematado ignorante en cualquier conversación. Sus pechos son pequeños como manzanas (se amoldan perfectamente al tamaño de mi mano), pero el pezón es grande, y cuando se yergue, delicioso al tacto (lo que, me parece, no se por qué, manifiesta que Lilith es muy sensual, y eso me excita). ¡Cuánto me sorprendió la primera vez que pude acariciárselos, sopesarlos, besarlos...!

Eva, pongámosle este nombre, es redonda, carnal. Sus pechos, blanquísimos, son pesados y blandos (todo su cuerpo lo es, en realidad), y cuando se agacha se bambolean, pero cuando se incorpora, parece que empujan desafiantes la tela de la blusa. Al contrario que Lilith, Eva posee ese pequeño toque de vulgaridad que tanto me gusta. Al contrario que Lilith, que tiene ideas propias y siempre las sostiene con vigor, es sumisa y nunca me lleva la contraria en el terreno intelectual.

Ahora estoy entre las dos, cumpliendo un sueño que creía imposible.

A un lado tengo a Lilith y rodeo su cintura breve con mi brazo, mientras mi lengua se pierde en su boca entrelazándose con la suya, caliente, húmeda...
Noto que me desea, no estoy acostumbrado a ello, y disfruto como, quizás, no lo había hecho nunca en la vida.
Y es que sentirme deseado es algo nuevo para mí.

Al otro lado está Eva.
Eva es excesiva para todo.
Es una mujer grande (grandes pechos, grandes pies, grandes muslos...) y posesiva, muy posesiva. Ha establecido (con mi consentimiento, es cierto) que yo le pertenezco y esto se ha transformado en una verdad irrebatible (lo que me halaga más que me molesta, es verdad también).
Además, Eva apareció antes, por lo que se cree con más derechos sobre mí (y se empeña en reclamarlos).

Después, en realidad no mucho después, ahora lo recuerdo bien, apareció Lilith en mi vida y la puso patas arriba.
Aparecieron las caricias de su mano experimentada, apareció el olor (y el sabor) de su coño.
Y apareció su piel, el tacto sublime de su piel, y esas uñas de los pies pintadas de rojo intensísimo que todavía se empeña en hurtarme, pero que perturban mis sueños y me colman de lascivia.
Y, sobre todo, apareció su voz, que me susurra al oído “mi vida”, “ay, amor” y otras cosas parecidas, y que me llena de felicidad casi todas las noches (y algunas tardes).
Y el rubor hermosísimo en sus mejillas, y en su pecho, que siempre acompaña sus orgasmos, junto al total desorden muscular, que, cual bacante enloquecida, precede al "abandono de si misma", y a la posterior relajación.

Estoy entre las dos, las abrazo, me entrego a ellas.

Eva viene de un pasado remoto, reclamando sus derechos. Lilith aparece de repente, desafiante, imponiendo su presencia.
Son tan diferentes...pero les debo tanto a las dos.
Me lo han enseñado todo, quisiera restituir la deuda inmensa que tengo con ellas, pero no se si estaré a su altura, si podré responder a su generosidad inmensa, porque decir que las amo, a las dos, se me antoja insuficiente, pueril, obvio...

Al contrario que Lilith, Eva surge de las brumas de ese pasado del que no me he podido librar del todo, pero que engarza directamente con el presente.

Y es que, al fin y al cabo, soy un hombre, pequeño siempre (en comparación con ese gigante que es la mujer), falaz, ridículo...pero que las ama, eso no puede evitarlo.

Y las amo porque, a la vez, son esquivas, huidizas, pero no podría ya vivir sin sus besos, sin sus caricias, sin ellas.

Ni sin la imagen de ambas acariciándose, y acariciándome.

Y de pronto se deciden a cubrir mi cuerpo de besos.

Luego, Eva, con su cuerpo de odalisca (pensar que, quizás, no sepa lo que significa esta palabra…) sienta su culo enorme, lunar, sobre mi boca y, mientras lamo su sexo con fruición, Lilith se introduce mi polla en su coño, y comienza a moverse con morosidad, lentamente.
Y, mientras está sentada sobre mí, mordisqueo la desinencia de su hombro, la chupo, me apropio de ella...
Y notar cómo le gusta esa caricia, me excita muchísimo.

Y al cabo de un buen rato practicando esta dulce gimnasia (Yo lamiendo a Eva, Lilith cabalgándome con ritmo sabio) nuestros cuerpos se precipitan al abismo delicioso del orgasmo.

Y, culminado el proceso, nos abrazamos agradecidos y satisfechos, y establecemos la mentira de que nuestro amor será eterno e indestructible.

Y en ese instante sublime, esa mentira parece verdad

Y las beso, y me besan, y me regalan el espectáculo de su amor.

Y contemplar sus cuerpos amándose, “voyeur” confeso como soy, me acerca al cielo de los mejores placeres.


Y yo sólo pido que no, que no me abandonen nunca, por favor, que al despertar la vigilia, siempre tan "aguafiestas", no desmienta del todo este sueño maravilloso.

viernes, 5 de junio de 2009

LA LLAMADA


a Lula (el "sexy-blog" continúa) , para que ya no me riña más

Estoy en la biblioteca. Acabo de leer un texto de altísimo contenido erótico. Lo ha escrito ella. Suena el teléfono. Temblando todavía, por los efectos que el escrito me ha producido, acierto a responder. Es ella. Me cuesta reconocerla, su voz entrecortada. Acierto a comprender (con dificultad) un “¿a qué no sabes que acabo de hacer pensando en ti? Acabo de terminar, y ha sido estupendo, estupendo....Todavía tengo el olor en mis manos. ¿Te gustaría...? "

Yo no hago nada. Intento asimilar lo que me acaba de decir, pero ella ya me ha colmado de felicidad.

martes, 2 de junio de 2009

EL CINE


Vamos al cine. Ocupo el lugar reservado a sillas de ruedas. Como siempre. Ella se sienta en la butaca contigua. Su piel, bueno la tela de su pantalón-pero a mí me gusta pensar que es su piel-roza la mía-bueno, la tela de mi pantalón-. De todas maneras noto la calidez de su pierna pegada a la mía, y eso me excita. La película trata sobre injusticias, amores imposibles, bondad, solidaridad y la kafkiana estupidez de la burocracia. Hay amores otoñales, amores imposibles, música de percusión, bellezas maduras de aspecto oriental, y un protagonista que es lo que en Asturias llamamos un “cachupán”.
Lo mejor, cuando salimos del cine. Creo, o quiero creer, escuchar, un “quiero sentirte”. Y el resto de la noche son mis labios buscando los suyos (todos los suyos). Arriba, abajo, gemidos, respiración entrecortada, y un mar de besos. Y el aroma de su cuerpo, y mi respiración también irregular. Y el deseo materializándose, o queriéndose materializar, y los fluidos de nuestros cuerpos pugnando por intercambiarse. Y yo que la quiero, la deseo, la necesito...Y a ella a la que, quizás, sólo quizás, le pase también lo mismo.
Y las palabras, todas las palabras del diccionario, insuficientes, que no sirven para expresar todo lo que siento ahora.

lunes, 1 de junio de 2009

TE DESEO...


“Te deseo”, le dije.
“Pues, a lo mejor te sorprende, pero yo a ti, en este instante, también”, me contestó.
E inmediatamente, unos dedos ávidos estaban acariciando la rugosidad de mi escroto, sopesando mis testículos, y proporcionándome un inmenso placer, el placer de todos los placeres….