domingo, 4 de septiembre de 2011

¡DESACREDITADOS!


Y ¿cuál es el crédito que les queda a todos estos personajes (conocidos dirigentes del partido único PPPSOE)?
¿No es sonrojante que sigan escenificando la ficción de sus irreconciliables diferencias cuando, sin tapujos ya, se muestran de acuerdo en lo fundamental, dar un golpe de estado, y abolir “de facto” la Constitución del 78 instaurando un régimen de “partido único” en la práctica?
¿Con qué “cuajo” pueden seguir manteniendo sus diferencias en la campaña electoral que se avecina, la más anodina de la breve Historia de la monarquía constitucional (1978-2011) –aún así el periodo democrático más largo de la Historia de España-?
Y por qué suerte de maldición, en España el sistema democrático no acaba de cuajar (si el anterior intento, la II República duró apenas cinco años, al menos este ha durado 23, aunque para acabar de la misma manera, sucumbiendo ante un golpe de estado, si bien, al menos, este incruento, de momento).

Habrá a quien le parezca esta entrada un delirio o una tremenda exageración, pero cuando las formas se pierden y se deja a un país entero en manos de los especuladores yo, al menos, reclamo el derecho al pataleo.
Poco más nos queda, me temo

viernes, 2 de septiembre de 2011

¡GOLPE DE ESTADO!

Pues sí, este viernes 2 de septiembre de 2011 pasará definitivamente a la Historia como un día trágico para la democracia española: las élites políticas de este país (lo que definitivamente podemos llamar ya, el partido único PPPSOE) han aprobado “de urgencia” una infamante reforma de la Constitución, de espaldas a los ciudadanos a quienes supuestamente representan, y saltándose el procedimiento que la misma Constitución implementa para su eventual reforma. De tal modo que, si el Tribunal Constitucial no atiende al recurso que va a plantear IU, estaremos ante la consumación de un auténtico golpe de estado, perpetrado esta vez por las élites políticas y económicas contra su propio pueblo. Y esta vez, a diferencia del golpe frustrado del 81, esta nauseabunda maniobra (que, a mi juicio, pone fin a la democracia española tal como la conocíamos) no surge de siniestros complots a espaldas de la ciudadanía, si no que se ha venido ejecutando “delante de nuestras narices”. Si los españoles lo permitimos, no tendremos perdón. Urge que los ciudadanos salgan a la calle, y detengan esta tropelía.
Porque esta "reforma" es, ante todo una claudicación. Hoy esos misteriosos "mercados" que dominan la economía mundial, nos exigen que renunciemos en la Constitución al marco de protección social del que veníamos disfrutando, y mañana, libres ya de cualquier cortapisa, podrán exigirnos cualquier cosa, desde que limitemos la libertad de expresión hasta que, como decía Woody Allen en su desternillante parodia de las "dictaduras bananeras" ("Bananas", 1971), nos vistamos obligatoriamente con los calzoncillos por encima de los pantalones.
Así que, reitero, este momento trágico para España:

¡A la calle! Detengamos este despropósito. Nos va, no sólo la dignidad, si no la propia vida en ello