domingo, 17 de agosto de 2014

MURCIA


Afortunadamente,  Murcia es mucho más que aquel infame programa titulado “Murcia, qué hermosa eres”. Porque Murcia es hermosa, sí; Pero su belleza poco tiene que ver con horteras como Ramón García y Norma Duval, infaustos presentadores de aquel programa nefasto de hace ya unos años, que pretendía celebrar los faustos de la burbuja inmobiliaria, cuyas consecuencias seguimos pagando todos.
 
No, Murcia es hermosa en sí misma, como lo es la portada barroca de su catedral de Jaime Bort, como lo son sus parques y sus puentes sobre el Segura, como lo son sus Salzillos (ligeros y un tanto rococós) y, en consonancia,  su Semana Santa (un auténtico festival de los sentidos, desde el gusto –caramelones de miel- al oído y, por supuesto, la vista).
 
Murcia son parques a la vera del Segura donde refugiarse del calor con un granizado, bajo la palmera de la Plaza de las Flores. Son vegas de flores y ciruelos. Es un sol que te lame la piel y te la tuesta levemente, mientras, como por descuido, se va infiltrando en tu epidermis, para allí ejercer su labor vivificante


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