lunes, 7 de febrero de 2011

MISTERIOSA DAMA DEL SUR

Por esas casualidades, el azar que, en última instancia, lo explica todo, conocí a una misteriosa dama del sur. Tan misteriosa que lleva la misma incógnita por nombre. Madame X se hace llamar. Se poco de ella. Que vive en la capital, pero que se considera “hija del Sur”. Un sur que entiende, como el de la gran película de Víctor Erice, ella que se considera esencialmente apátrida, como su verdadera patria. El sur de la ilusionante revolución egipcia, el sur pobre pero entusiasta, ese sur incógnito (como ella) pero que es la esperanza de este mundo.


La conozco muy poco, casi nada, pero intuyo que se mueve en los dominios de mi reverenciado Marqués de Sade, explorando una sexualidad libérrima, alternativa y poco común. No lo se pero, desde luego, no me la imagino como una monja (a no ser una monja pasada por el perverso filtro de Buñuel). Desde luego, no me la imagino como postulante del “Opus Dei”, aunque sí como una “Regenta” procesionante por las calles de una capital de provincias cualquiera, como la dibujase Clarín en unas de las páginas más perturbadoras de la historia de la literatura española. Sí me la imagino delgada, con largo cabello azabache (que contrasta con una tez palidísima). O todo lo contrario, pelirroja, gordita y no muy alta. No se. Tampoco importa. Me quedo con la corriente de simpatía que parece haberse establecido entre ambos.

No hace demasiado, Internet me puso en relación con otra dama del Sur (de Murcia, concretamente) de hermosísimo nombre “Sirena Varada”. No fue tan misteriosa, pues de la “Sirena” conocía, al menos su foto. Ambas se mueven (bueno, “Sirena” se movía, pues lamentablemente clausuró su bitácora) en este mundo de los blogs, que le ha permitido a este tímido incorregible hacer un buen puñado de amistades aunque, es consciente, su pereza no le permite cuidarlas como merecen. Perdón a todos.

Sólo espero que mi desidia no acabe echando a perder mi incipiente amistad con esta misteriosa dama del Sur.







1 comentario:

Madame X dijo...

Tienes razón, no soy una monja :-)

Me sonroja un poco esta inmerecida atención, pero te agradezco la caballerosidad con la que me nombras. Es un placer viajar en el mismo barco contigo.

Un beso.

[Aclaración: no vivo en la capital.]