viernes, 21 de marzo de 2008

IÑÁRRITU


Existen varias maneras de plantear una narración. Alejandro González Iñárritu (México, 1963) ha optado, al menos en los tres largometrajes que yo le conozco (“Amores perros”, “21 gramos” y “Babel”) por una estructura coral similar (historias que se van entrecruzando, al principio sin un sentido claro, pero que buscan una clave final que le dé razón al complejo puzzle que Iñárritu (con la inestimable colaboración, al menos hasta ahora, de su guionista Guillermo Arriaga*) va construyendo.
Parece que la carrera cinematográfica del tándem Iñárritu-Arriaga se caracteriza por una progresiva ambición geográfica: Si en “Amores Perros” el puzzle que caracteriza su cine de circunscribía al ámbito local (México), en “21 gramos” se extendía al regional (Estados Unidos), en su última, y más compleja película (“Babel”), abarca ya el del universo mundo, con todas sus inmensas miserias y contradicciones.
Se ha dicho, quizás con razón, que el argumento de “Babel”, es, nada más y nada menos, que un fresco del mundo actual, presidido por el fenómeno de la “globalización”.
Y la moraleja, no me gusta nada esa palabra, puede ser entonces que “siempre pierden los mismos”.
Porque no puede compararse la desdicha particular del acomodado matrimonio de turistas americanos interpretados por Brad Pitt y Kate Blanchett, o los problemas de incomunicación que presiden el episodio japonés, con las auténticas tragedias que se plasman en las vidas de los auténticos desheredados que pueblan el rico paisaje humano de esta película (pastores marroquíes o inmigrantes mexicanos en Estados Unidos).
Porque el accidente casual que desencadena el drama de “Babel” (unos niños que jugando con un rifle en las montañas del Atlas marroquí, hieren a una turista americana que pasaba por allí), desencadena una serie de historias que se van encajando como las piezas de una “muñeca rusa”, como es característico del resto del cine de Iñárritu, pero aquí en un ámbito infinitamente más extenso: el del atormentado planeta tierra.

* Parece ser que, por desgracia, esta es la última colaboración entre el talento de estos dos brillantes mexicanos

1 comentario:

koolauleproso dijo...

pazzos said...

Muy bien contado, sin destripar la historia. Babel genial, el post también.

4:25 PM
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Blogger Arcángel Mirón said...

Permiso, Pazzos me trajo hasta acá.

Es cierto, siempre pierden los mismos.
Ahora, andá a decírselo al turista baleado...
Lo que quiero decir: los dramas de Babel no son comparables: un gravísimo problema social es más preocupante que una bala en un hombro. Pero en ese momento, en el momento en que una bala amenaza con matarte (y si no lo logra es por milagro) en un lugar ajeno en donde nadie te entiende... supongo que, en ese momento, el problema social te importa un carajo.

1:56 PM
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Blogger koolauleproso said...

Quzás tengas razón, Arcángel, y mi comentario sea un tanto simplista. Ocurre que yo carezco del talento de Iñárritu. Simplemente quería comentar una película que me gustó mucho

3:38 AM
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Blogger desconvencida said...

Es una pena que Iñarritu y Arriaga no vayan a colaborar juntos nunca más, ¿cuestión de egos?

4:42 PM
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Blogger koolauleproso said...

Pues no lo se, desconvencida, no me gustan los cotilleos. Pero es una desdicha. La envidia es muy mala. No había leído nada de Arriaga, y por curiosidad me hice con su novelita "El búfalo de la noche" y es estupenda, en la línea de sus guiones. Desde luego este "divorcio" si que es una pequeña tragedia para todos los aficionados al cine