Estoy acabando de tomar el café. La chica del gimnasio (a partir de ahora la nombraré con la incógnita “y”) se acerca por el pasillo. Después de despedirse de la logopeda, se detiene y me mira. Yo le digo “Bueno, ahora sí, feliz año”. Y ella se acerca y me besa en la mejilla. Y me dejo engullir por sus labios rojísimos. Su boca parece succionarme de la silla de ruedas. Y liberado de mi eterna compañera, navego (o quiero navegar) por el interior de esa boca y ese cuerpo. Fundido con ella, con la boca primero, con el glorioso cuerpo después (con sus pechos grandes y perfectos, con los miembros proporcionados pero dañados, cuyos movimientos tanto me ha excitado contemplar a distancia) mi placer es indescriptible. Algo parece licuarse en mi interior. Noto cómo me derrito por entero; y el doble roce de sus labios sobre mis mejillas supone una promesa de felicidad. Un placer presente, y una promesa de futuros e hiperbólicos goces aunque, de momento, sólo el “hasta el año que viene”, “sí, hasta el martes” con los que nos despedimos, responden a una realidad inexorable
[Cannes 2022] Crítica | R.M.N.
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|| Críticas | Cannes 2022 | ★★★☆☆
R.M.N.
Cristian Mungiu
El salvaje este
Víctor Esquirol Molinas
75ª Festival de Cannes |
*ficha técnica:*
Rumanía, Fra...
Hace 7 horas