martes, 28 de abril de 2009

ONANISMO ALMODOVARIANO


En la última película de Pedro Almodóvar, quizás la peor de su carrera, el director manchego realiza uno de los alardes ¿cinematográficos? más vacuos y estériles que recuerdo haber visto. Todo es un disparate (del que sólo se salva la, como siempre, excelente banda sonora de Alberto Iglesias).
Lo demás, un llamativo envoltorio que, para frustración de espectador, no esconde NADA en su interior a no ser, un constante y cansino auto homenaje. Pretende ser un tremendo melodrama, que indaga sobre las circunstancias, vueltas y revueltas del más desesperado “amour fou”, pero yo salí del cine con la lamentable impresión de que me habían timado, de que cada avatar que se sucedía en la pantalla era forzado, impostado, que todo era predecible y falto de aliento, que las interpretaciones eran cansinas, que Penélope Cruz nunca estuvo peor (que ya es decir, teniendo en cuenta que siempre la he encontrado una pésima actriz), que incluso mi admirada Blanca Portillo (quizás por que Almodóvar le “regala” un papel absolutamente disparatado) acaba naufragando en este proceloso mar de despropósitos.
Todo es falso, impostado y, por momentos, cuesta distinguir el reiterativo auto-homenaje de la cansina auto-parodia.
Porque por mucho que se empeñe Almodóvar, por mucho que insista en compararla a la Rita Hayworth de “Gilda” (esa secuencia repetida una y otra vez, en que Cruz aparece con la larga cabellera velándole el rostro y, de pronto, se lo echa para atrás con un simple movimiento), por mucho que la “vista” de “mujer fatal” a lo Ava Gardner en “Forajidos”, por mucho que la tiña de rubio platino como, nuevamente, a Hayworth en “La dama de Shangai”, Pe no da nunca la sensación de ser más que una pequeña actriz torpe sin más “glamour”.
En resumen, un film almibarado, plomizo, donde los colorines no esconden el vacío de ideas por el que vertiginosamente nuestro director más popular y taquillero se empeña en despeñarse últimamente.
El film parece una continuada masturbación de planos “almodovarianos” reiterados hasta la saciedad, con mucho “colorín” producto de la fotografía de Rodrigo Prieto, donde el recurso a citarse a sí mismo (la simpática “Mujeres al borde de un ataque de nervios” es “señalada” hasta el empalago) se acaba haciendo estomagante.
Creía que la fobia manifiesta que mi admirado Carlos Boyero ha mostrado siempre al cine del manchego era eso, una fobia, pero, en esta ocasión tengo que reconocer que se ha quedado corto:
“Los abrazos rotos” es una de las peores películas que he visto últimamente, con un guión (del propio Almodóvar) autocomplaciente, previsible y desalentador –especialmente sonrojante es la peripecia en torno a la paternidad de hijo de Judit (Blanca Portillo), Diego (Tamar Navas), “misterio” que, aunque no se resuelva hasta casi el final, lo hace de la manera menos sorprendente que imaginarse pueda-.
En resumen, una película que, sospecho, incluso a mi maestro en tantas cosas (y gran defensor de Almodóvar desde el principio) el profesor de Historia del Arte Germán Ramallo le habrá irritado profundamente allá en su hermosa Murcia natal, donde, creo, sigue viviendo.

sábado, 25 de abril de 2009

¡TIERRA, TRÁGAME!

O las travesuras (catastróficas) del azar

No se por dónde empezar esta entrada, creedme. Ni cómo salir del inmenso jardín en el que me he metido como un bobo. Pero tengo la esperanza (quizás infundada) de que esta entrada pueda contribuir a ello (o, para mi desgracia no, y ya es tarde para todo):

Tengo que aclarar, en principio, dos cosas, en cuya funesta concatenación se ha cimentado mi última desgracia, que ahora me parece la mayor de todas: Veréis, el 11 de septiembre de 2008 edité, a modo de presentación del personaje, una entrada titulada Emi. Todo lo que señalaba allí es rigurosamente cierto, y lo sigue siendo a día de hoy.
Hacía ya bastante recordaba haberle “pasado” a Emi la dirección de mi blog. No la informé, ni le pedí permiso para publicar esa entrada, quizás ahí pequé de imprudente, pues la entrada en sí, tenía la inconfesada intención de “tirar una piedra al río a ver qué pasaba al remover las aguas”.
Bueno, antes, y ese detalle es de crucial, y en él está (creo yo) el origen del malentendido, el 25 de marzo del mismo 2008, yo decidí reformar mi blog inicial (http://koolauleproso.blogspot.com). Lo hice para incluir en una columna lateral la lista de los blogs que yo más seguía, y lo hice, dada mi falta de pericia en estos asuntos cibernéticos, con la inestimable ayuda de mi amiga mallorquina Silvia (wwwdianna-paseando-por-terra.blogspot.com) cuya lectura y seguimiento les recomiendo, a pesar, o quizás por ello, de la inicua advertencia que se pueden encontrar de que ese blog contiene elementos no aptos para todas las sensibilidades, y Emi, a pesar de que la última entrada de mi blog antiguo (http://koolauleproso.blogspot.com) contiene un enlace directo con el nuevo, no acabó de enterarse de esa circunstancia, y que desde esa fecha todo lo que publico aparece en el nuevo (http://koolauleprosoo.blogspot.com) y como quiera que (nótese la fecha de la aparición del personaje de Emi,11 de septiembre, casi 5 meses después del cambio de dirección) y que yo (esto ya sólo debe explicarse por la paranoia que todo enamoramiento conlleva) no veía en cada conversación que mantenía con ella, más que signos “alentadores” para mi propósito, pues me lancé derecho al precipicio que para mí supuso la tarde del 23 de abril de 2009 (1).
Sólo me queda pedirle a Emi disculpas, y rogarle que, pese a este gigantesco malentendido, siga considerándome, al menos, su amigo.
Aunque, quizás, para mi desgracia, publicar esta última vuelta de tuerca de la historia no me ayude demasiado.
Se, por que me lo dijo, que es extremadamente discreta y detesta la publicidad, aunque sea en un medio de difusión tan relativamente limitada como pueda ser este blog.

Lo siento, Emi, de corazón.

Perdona mi lamentable indiscreción pero este blog es, para mí, la forma de exorcizar los fantasmas que atormentan mi mente torturada, y tú has sido -y eres- uno de ellos. Y por las razones que empiezas a conocer, quizás el principal.

.- (1): Y, ahora, Nuria, Antígona, ¿tengo razón al afirmar que soy patético, o no?

viernes, 24 de abril de 2009

¡CALABAZAS!


Sí, la cosa acabó (en el fondo me lo temía, aunque absurdamente creía ver indicios de todo lo contrario). Ayer, contraviniendo mi habitual inclinación a la prudencia, le dije a Emi todo lo que sentía por ella desde hace tanto tiempo. El resultado, una absoluta catástrofe. Me contestó que ella era dañina para todo lo que se le acercaba, que cuando me conoció hacía tantos años ella sí vio, por un momento, la posibilidad de que aquel chico alto y delgado de “sonrisa pícara y atractiva” (sic...) pudiese llegar a interesarle para algo más que agradable compañero de curso, pero que su vida ahora era un completo caos al que no quería arrastrarme, que ella era dañina para todo lo que tocaba, que era un peligro para los que quería (y que yo era un AMIGO muy querido para ella), etc., etc... Vamos, su versión del tan argentino “no sos vos, soy yo” que, como supondréis, me hizo una gracia...
Yo he pasado una de las peores noches de mi vida ¡cuán distinta de la que, imbécil de mí, me imaginaba! Recordando la “cara de panoli” que se me debió quedar al escuchar su respuesta pensé que, efectivamente, y como me temía, debo ser uno de los tipos más desgraciados que habitan, al menos, el hemisferio norte de este desdichado planeta (y no incluyo al sur, porque se que, salvo excepciones, allí hay auténticos problemas de supervivencia que, lo se, no pueden compararse en gravedad a mis pobres cuitas sentimentales, por grandes que estas me parezcan).
Así que ya veis, el que yo pensaba iba a ser uno de los mejores días de mi vida, acabó siendo, quizás, de los peores.
Estoy hecho polvo porque, obsesivo como soy, últimamente toda mi vida giraba en torno a ella (y como en ese inmortal poema de Pedro Salinas que tanto me gustó siempre):

¡Si me llamaras, sí,
si me llamaras!

Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!

Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
-¡si me llamaras, sí, si me llamaras!-
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca desde a voz que dice:
"No te vayas."

Pues cada llamada suya, cada simple conversación por Messenger, me sumergía en una oleada de dulce excitación, y yo también estaba, en esos momentos, dispuesto a tirarlo todo, incluidos “catálogos, precios, y el azul de los océanos en los mapas”.
Pero, ayer me cercioré por fin, en dolorosísima “caída del guindo”, Emi nunca me llamará, desde luego nunca urgida de esos amorosos apremios, así que, lamentablemente, me ahorraré, incluso, ese “azul de los océanos” que tan generosamente estaba dispuesto a regalar.
¡Qué desastre!
Se admiten mimos, palmaditas en la espalda, y todo tipo de ocurrencias que puedan levantar mi muy alicaída moral, porque, desde luego, el final (y sí, seguro que es final, y no como después 5 de noviembre del año pasado (1)) cuando, tras su vuelta, me volví a dejar llevar por las falsas esperanzas que, en realidad, nadie, siquiera, me había insinuado.
Y, ahora ¿soy o no soy patético?, amigos, porque esta ya larguísima historia ha acabado que tan sublime me parecía ha acabado en unas simples y vulgares calabazas.


.-1: ver entrada del 6 de noviembre de 2008, titulada "La puerta: punto final, espero"

jueves, 23 de abril de 2009

CUMPLEAÑOS "A GOGÓ

Por casualidad, el 23 de abril, cumplen años varias personas cercanas: En primer lugar y, sin duda, la más querida para mí, mi padre, ese gigante (así lo veía yo de niño y, en tantos sentidos, lo sigo viendo). En segundo lugar, por supuesto, Cervantes, ese genio de las letras, bajo cuya “advocación”, nació casualmente mi padre (del que siempre he envidiado principalmente dos cosas-su fecha de nacimiento y la limpidez de sus hermosísimos ojos azules, que, por desgracia, no he heredado-).
Hoy también cumple años, muchos menos, una compañera aquí por la que desde que llegó siento especial simpatía: la dulce Sonia (1), por lo que tuvimos tarta de postre para regocijo de todos.
Y sí: mi padre (al que sabéis debo dos veces la vida), el gran Cervantes, y la “dulce” Sonia, son tres motivos más que suficientes de celebración. Mi padre, cuya vida yo he comparado tanto, salvando las distancias, con la de mi admiradísimo Juan Marsé-“niños de la guerra” ambos, coetáneos estrictos, adorables cascarrabias, iniciados en la digna artesanía los dos (en la orfebrería Marsé, en la talla de madera mi padre).
Hoy la vida paralela de Marsé ha alcanzado su más alto (y merecidísimo) reconocimiento: el premio Cervantes.
Y como a mi padre nadie le va a entregar algo similar, su hijo le dedica esta entrada. No es lo mismo, ni compensa una vida admirable plagada de sinsabores y derrotas, pero no quería dejar pasar la oportunidad para reiterarle (a mi padre, a Gregorio, ese hombre excepcional) todo mi cariño e inmenso agradecimiento.

Felicidades, papá.

Te quiero.

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(1).-ver entrada de 31 de octubre de 2008 “El mundo de sombras de la dulce Sonia”, y el cuento del 18 de diciembre del mismo año, “Buenas noches, Sandra” inspirado en su peripatética y entrañable figura