jueves, 14 de mayo de 2009

LAS "CAPERUCITAS ROJAS"


Llegaron hará mes y medio, en virtud de un convenio con el ayuntamiento. Y, por casualidad, visten con una llamativa camiseta roja. “Parecéis Caperucitas rojas” les dije. Itciar, la más dicharachera de ellas, deliciosa su incapacidad de pronunciar bien la "r" ("capegucitas gojas", dice) asintió con su habitual sonrisa irónica.

De momento son tres (Itciar, Merche y María José). Estarán un año. Son alegres, serviciales. Cuando pase ese año sólo puedo asegurar que se las echará de menos. Mucho.

martes, 12 de mayo de 2009

DOLORES

Lola tiene la cara hermosamente deforme. Un terrible accidente la dejó así. Pero Lola es hermosa. Diecinueve intervenciones quirúrgicas fueron necesarias. Pero ahí está. Y es guapa. Se quedó sin juventud. Por culpa del borracho que la atropelló. Sin conocer varón, como ella dice. Pero sigue deseando. Eso nadie se lo pudo quitar. Y es hermosa. Con ese ojo medio perdido. Hermosa. El pelo muy corto. Los pechos anhelantes, cálidos. Los ojos (el ojo, sólo uno está completo) brillantes.
Se quedó casi sin voz. Le seccionaron las cuerdas vocales. Pero no para de cantar. Y de reír.
No pudo estudiar. Tenía 15 años. Quería ser matemática. Profesora de matemáticas. Se tuvo que conformar con vivir. Y gracias.
Pero Lola ama, desea, vive. Juega y hace chistes. Sin parar.
Una vez se tiró por una ventana. Malos momentos los tiene cualquiera. No volverá a pasar. No. Un mal momento. Superado ya.
“Uy, si yo te pillara...” Nos lo dice a todos. Poniendo cara de deseo. Me lo creo. Vaya si me lo creo.

viernes, 1 de mayo de 2009

DESEO


A quién ella sabe, con la esperanza de que se repita el mismo efecto

Recuerda el inválido su fantasía compartida (ella sentada a horcajadas sobre él, que se reclina sobre unos cojines) y aún no sabe cómo, los labios de ese lisiado se depositan en los pies de ella, primero en el izquierdo, luego en el derecho. Percibe que las pantorrillas de ella se estremecen, y deduce que la caricia no le desagrada. Decide seguir. Pasea la lengua, suavemente, por los intersticios entre los dedos (pintadas las uñas de ese rojo intenso que tanto le excita). Más estremecimientos. Mientras, el glande del inválido pugna ya para liberarse y quiere asomar su sonrosada cabeza. Luego su lengua se dirige lentamente (no podía ser de otra forma) hacia los muslos de ella, y más arriba. No esconde el inválido su intención de naufragar en ese ombligo que tanto le perturba. Deja atrás el la maravillosa cueva situada entre sus muslos (luego volverá, no hay prisa), aunque percibe su aroma embriagante al pasar. El deseo lo domina, pero decide esperar más. Suena Diana Krall en la estancia (“The look of love”) y el inválido quisiera eternizar ese instante. Es imposible. Como todo, el piano que acompaña a Krall deja de sonar en un momento dado, y la propia Diana acaba su estimulante canción. No hay derecho. A pesar de ello, el deseo no desaparece. Todo lo contrario. El inválido ya está trasladando su boca un poco más al sur, donde se encontrará con otros labios. Y un botoncito carnoso donde estos labios se juntan. La lengua del inválido trabaja alrededor del botón. Succiona, chupa, lame, besa. Los estremecimientos de ella se hacen más apremiantes, más acuciantes, más..., hasta que aparece el relax con el que se culmina todo gran esfuerzo. El inválido se da cuenta de que ella le ha chupado el cuello, dejando allí su marca de vampira, pero no le importa. Es feliz, tremendamente feliz. Da gracias a quién sea por haber recobrado esta faceta de su vida, porque la deseaba intensamente, y ahora este deseo ya está cumplido. ¡Qué se repita!

martes, 28 de abril de 2009

ONANISMO ALMODOVARIANO


En la última película de Pedro Almodóvar, quizás la peor de su carrera, el director manchego realiza uno de los alardes ¿cinematográficos? más vacuos y estériles que recuerdo haber visto. Todo es un disparate (del que sólo se salva la, como siempre, excelente banda sonora de Alberto Iglesias).
Lo demás, un llamativo envoltorio que, para frustración de espectador, no esconde NADA en su interior a no ser, un constante y cansino auto homenaje. Pretende ser un tremendo melodrama, que indaga sobre las circunstancias, vueltas y revueltas del más desesperado “amour fou”, pero yo salí del cine con la lamentable impresión de que me habían timado, de que cada avatar que se sucedía en la pantalla era forzado, impostado, que todo era predecible y falto de aliento, que las interpretaciones eran cansinas, que Penélope Cruz nunca estuvo peor (que ya es decir, teniendo en cuenta que siempre la he encontrado una pésima actriz), que incluso mi admirada Blanca Portillo (quizás por que Almodóvar le “regala” un papel absolutamente disparatado) acaba naufragando en este proceloso mar de despropósitos.
Todo es falso, impostado y, por momentos, cuesta distinguir el reiterativo auto-homenaje de la cansina auto-parodia.
Porque por mucho que se empeñe Almodóvar, por mucho que insista en compararla a la Rita Hayworth de “Gilda” (esa secuencia repetida una y otra vez, en que Cruz aparece con la larga cabellera velándole el rostro y, de pronto, se lo echa para atrás con un simple movimiento), por mucho que la “vista” de “mujer fatal” a lo Ava Gardner en “Forajidos”, por mucho que la tiña de rubio platino como, nuevamente, a Hayworth en “La dama de Shangai”, Pe no da nunca la sensación de ser más que una pequeña actriz torpe sin más “glamour”.
En resumen, un film almibarado, plomizo, donde los colorines no esconden el vacío de ideas por el que vertiginosamente nuestro director más popular y taquillero se empeña en despeñarse últimamente.
El film parece una continuada masturbación de planos “almodovarianos” reiterados hasta la saciedad, con mucho “colorín” producto de la fotografía de Rodrigo Prieto, donde el recurso a citarse a sí mismo (la simpática “Mujeres al borde de un ataque de nervios” es “señalada” hasta el empalago) se acaba haciendo estomagante.
Creía que la fobia manifiesta que mi admirado Carlos Boyero ha mostrado siempre al cine del manchego era eso, una fobia, pero, en esta ocasión tengo que reconocer que se ha quedado corto:
“Los abrazos rotos” es una de las peores películas que he visto últimamente, con un guión (del propio Almodóvar) autocomplaciente, previsible y desalentador –especialmente sonrojante es la peripecia en torno a la paternidad de hijo de Judit (Blanca Portillo), Diego (Tamar Navas), “misterio” que, aunque no se resuelva hasta casi el final, lo hace de la manera menos sorprendente que imaginarse pueda-.
En resumen, una película que, sospecho, incluso a mi maestro en tantas cosas (y gran defensor de Almodóvar desde el principio) el profesor de Historia del Arte Germán Ramallo le habrá irritado profundamente allá en su hermosa Murcia natal, donde, creo, sigue viviendo.

sábado, 25 de abril de 2009

¡TIERRA, TRÁGAME!

O las travesuras (catastróficas) del azar

No se por dónde empezar esta entrada, creedme. Ni cómo salir del inmenso jardín en el que me he metido como un bobo. Pero tengo la esperanza (quizás infundada) de que esta entrada pueda contribuir a ello (o, para mi desgracia no, y ya es tarde para todo):

Tengo que aclarar, en principio, dos cosas, en cuya funesta concatenación se ha cimentado mi última desgracia, que ahora me parece la mayor de todas: Veréis, el 11 de septiembre de 2008 edité, a modo de presentación del personaje, una entrada titulada Emi. Todo lo que señalaba allí es rigurosamente cierto, y lo sigue siendo a día de hoy.
Hacía ya bastante recordaba haberle “pasado” a Emi la dirección de mi blog. No la informé, ni le pedí permiso para publicar esa entrada, quizás ahí pequé de imprudente, pues la entrada en sí, tenía la inconfesada intención de “tirar una piedra al río a ver qué pasaba al remover las aguas”.
Bueno, antes, y ese detalle es de crucial, y en él está (creo yo) el origen del malentendido, el 25 de marzo del mismo 2008, yo decidí reformar mi blog inicial (http://koolauleproso.blogspot.com). Lo hice para incluir en una columna lateral la lista de los blogs que yo más seguía, y lo hice, dada mi falta de pericia en estos asuntos cibernéticos, con la inestimable ayuda de mi amiga mallorquina Silvia (wwwdianna-paseando-por-terra.blogspot.com) cuya lectura y seguimiento les recomiendo, a pesar, o quizás por ello, de la inicua advertencia que se pueden encontrar de que ese blog contiene elementos no aptos para todas las sensibilidades, y Emi, a pesar de que la última entrada de mi blog antiguo (http://koolauleproso.blogspot.com) contiene un enlace directo con el nuevo, no acabó de enterarse de esa circunstancia, y que desde esa fecha todo lo que publico aparece en el nuevo (http://koolauleprosoo.blogspot.com) y como quiera que (nótese la fecha de la aparición del personaje de Emi,11 de septiembre, casi 5 meses después del cambio de dirección) y que yo (esto ya sólo debe explicarse por la paranoia que todo enamoramiento conlleva) no veía en cada conversación que mantenía con ella, más que signos “alentadores” para mi propósito, pues me lancé derecho al precipicio que para mí supuso la tarde del 23 de abril de 2009 (1).
Sólo me queda pedirle a Emi disculpas, y rogarle que, pese a este gigantesco malentendido, siga considerándome, al menos, su amigo.
Aunque, quizás, para mi desgracia, publicar esta última vuelta de tuerca de la historia no me ayude demasiado.
Se, por que me lo dijo, que es extremadamente discreta y detesta la publicidad, aunque sea en un medio de difusión tan relativamente limitada como pueda ser este blog.

Lo siento, Emi, de corazón.

Perdona mi lamentable indiscreción pero este blog es, para mí, la forma de exorcizar los fantasmas que atormentan mi mente torturada, y tú has sido -y eres- uno de ellos. Y por las razones que empiezas a conocer, quizás el principal.

.- (1): Y, ahora, Nuria, Antígona, ¿tengo razón al afirmar que soy patético, o no?

viernes, 24 de abril de 2009

¡CALABAZAS!


Sí, la cosa acabó (en el fondo me lo temía, aunque absurdamente creía ver indicios de todo lo contrario). Ayer, contraviniendo mi habitual inclinación a la prudencia, le dije a Emi todo lo que sentía por ella desde hace tanto tiempo. El resultado, una absoluta catástrofe. Me contestó que ella era dañina para todo lo que se le acercaba, que cuando me conoció hacía tantos años ella sí vio, por un momento, la posibilidad de que aquel chico alto y delgado de “sonrisa pícara y atractiva” (sic...) pudiese llegar a interesarle para algo más que agradable compañero de curso, pero que su vida ahora era un completo caos al que no quería arrastrarme, que ella era dañina para todo lo que tocaba, que era un peligro para los que quería (y que yo era un AMIGO muy querido para ella), etc., etc... Vamos, su versión del tan argentino “no sos vos, soy yo” que, como supondréis, me hizo una gracia...
Yo he pasado una de las peores noches de mi vida ¡cuán distinta de la que, imbécil de mí, me imaginaba! Recordando la “cara de panoli” que se me debió quedar al escuchar su respuesta pensé que, efectivamente, y como me temía, debo ser uno de los tipos más desgraciados que habitan, al menos, el hemisferio norte de este desdichado planeta (y no incluyo al sur, porque se que, salvo excepciones, allí hay auténticos problemas de supervivencia que, lo se, no pueden compararse en gravedad a mis pobres cuitas sentimentales, por grandes que estas me parezcan).
Así que ya veis, el que yo pensaba iba a ser uno de los mejores días de mi vida, acabó siendo, quizás, de los peores.
Estoy hecho polvo porque, obsesivo como soy, últimamente toda mi vida giraba en torno a ella (y como en ese inmortal poema de Pedro Salinas que tanto me gustó siempre):

¡Si me llamaras, sí,
si me llamaras!

Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!

Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
-¡si me llamaras, sí, si me llamaras!-
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca desde a voz que dice:
"No te vayas."

Pues cada llamada suya, cada simple conversación por Messenger, me sumergía en una oleada de dulce excitación, y yo también estaba, en esos momentos, dispuesto a tirarlo todo, incluidos “catálogos, precios, y el azul de los océanos en los mapas”.
Pero, ayer me cercioré por fin, en dolorosísima “caída del guindo”, Emi nunca me llamará, desde luego nunca urgida de esos amorosos apremios, así que, lamentablemente, me ahorraré, incluso, ese “azul de los océanos” que tan generosamente estaba dispuesto a regalar.
¡Qué desastre!
Se admiten mimos, palmaditas en la espalda, y todo tipo de ocurrencias que puedan levantar mi muy alicaída moral, porque, desde luego, el final (y sí, seguro que es final, y no como después 5 de noviembre del año pasado (1)) cuando, tras su vuelta, me volví a dejar llevar por las falsas esperanzas que, en realidad, nadie, siquiera, me había insinuado.
Y, ahora ¿soy o no soy patético?, amigos, porque esta ya larguísima historia ha acabado que tan sublime me parecía ha acabado en unas simples y vulgares calabazas.


.-1: ver entrada del 6 de noviembre de 2008, titulada "La puerta: punto final, espero"

jueves, 23 de abril de 2009

CUMPLEAÑOS "A GOGÓ

Por casualidad, el 23 de abril, cumplen años varias personas cercanas: En primer lugar y, sin duda, la más querida para mí, mi padre, ese gigante (así lo veía yo de niño y, en tantos sentidos, lo sigo viendo). En segundo lugar, por supuesto, Cervantes, ese genio de las letras, bajo cuya “advocación”, nació casualmente mi padre (del que siempre he envidiado principalmente dos cosas-su fecha de nacimiento y la limpidez de sus hermosísimos ojos azules, que, por desgracia, no he heredado-).
Hoy también cumple años, muchos menos, una compañera aquí por la que desde que llegó siento especial simpatía: la dulce Sonia (1), por lo que tuvimos tarta de postre para regocijo de todos.
Y sí: mi padre (al que sabéis debo dos veces la vida), el gran Cervantes, y la “dulce” Sonia, son tres motivos más que suficientes de celebración. Mi padre, cuya vida yo he comparado tanto, salvando las distancias, con la de mi admiradísimo Juan Marsé-“niños de la guerra” ambos, coetáneos estrictos, adorables cascarrabias, iniciados en la digna artesanía los dos (en la orfebrería Marsé, en la talla de madera mi padre).
Hoy la vida paralela de Marsé ha alcanzado su más alto (y merecidísimo) reconocimiento: el premio Cervantes.
Y como a mi padre nadie le va a entregar algo similar, su hijo le dedica esta entrada. No es lo mismo, ni compensa una vida admirable plagada de sinsabores y derrotas, pero no quería dejar pasar la oportunidad para reiterarle (a mi padre, a Gregorio, ese hombre excepcional) todo mi cariño e inmenso agradecimiento.

Felicidades, papá.

Te quiero.

.
(1).-ver entrada de 31 de octubre de 2008 “El mundo de sombras de la dulce Sonia”, y el cuento del 18 de diciembre del mismo año, “Buenas noches, Sandra” inspirado en su peripatética y entrañable figura

viernes, 27 de marzo de 2009

BERLUSCONI, EL CRUEL



¡Pobre Italia! Sí, mis queridos italianos han sido lo suficientemente estúpidos para dejarse engatusar ya varias veces (si fuese una, todavía tendría disculpa, la de la enajenación mental transitoria, o algo así) por ese bufonesco y ridículo personaje llamado Silvio Berlusconi.
Pero ahora “Il cavaliere” (así le llaman) se ha quitado definitivamente la careta. No, no sólo es un ridículo bufón (cuya mayor “tropelía” puede ser intentar “meterle mano” a una secretaria, lo cual no pasaría de ser una broma de mal gusto) si no que su venganza ante el hecho de que la justicia no le haya dado la razón en el llamado “caso Eluana”, ha sido legislar para que algo así no vuelva a suceder. Desde la aprobación de la nueva ley, de nada valdrá lo que una persona en plenitud de facultades físicas y psíquicas disponga qué debe hacerse con su vida cuando estas estén irreversiblemente mermadas (el llamado “testamento vital”).
Desde ahora todos los italianos estarán condenados a vivir, sean cuales sean los sufrimientos que esa misma vida (en ocasiones no deseada) lleguen a producirles.
¿Qué les queda a los italianos? El suicidio, no, ya que ahora lo tienen prohibido. El exilio... siempre es posible.
Yo siempre quise ser italiano: un pueblo al que admiro, pero ahora me alegro infinitamente de NO serlo.
Y lo malo es que no se ven demasiadas alternativas. Cuando una democracia cae en manos de un personaje tan “peculiar”, es muy difícil librarse de él.
Yo sólo puedo alegrarme de no ser italiano (¿quién me lo iba a decir hace unos años?).

martes, 17 de marzo de 2009

GRAN TORINO: ¿DESPEDIDA Y CIERRE?


La nueva película del que yo (y muchos más, creo) considero el último gran maestro vivo del arte cinematográfico, el gran Clint Eastwood, transmite una evidente, y descorazonadora, sensación de despedida, de punto final.
Es, por ello, un film amargo, seco como un puñetazo en la boca del estómago.
Y, a la vez, una película que admite múltiples lecturas, compasiva, humorística, poliédrica y genial.
Eastwood da vida, en la que anuncia será su última aparición delante de las cámaras, a Walt Kowalski, un jubilado de la factoría Ford, achacoso, decrépito, viudo recientísimo (la película se inicia, precisamente con el funeral de su mujer-Y también, en simetría perfecta se cerrará con otro funeral-) cascarrabias hasta la caricatura y enfrentado a su familia compuesta por hijos y nietos egoístas y ridículos, a los que ya no comprende ni le entienden.
En cierta medida Walt Kowalski puede llegar a parecernos un Harry Callaghan viejo y que ha tomado consciencia de sí mismo (no son excluibles las intenciones paródicas que Clint muestra hacia el personaje creado por su maestro Don Siegel, y con el que cimentó buena parte de su popularidad).
Como en la genial “Million Dollar Baby” (el propio Clint Eastwood, 2004), el protagonista, harto de la mediocridad de su familia “adopta” a un discípulo al que le unen lazos que acaban por ser más fuertes que los de la sangre. Los lazos de la fortísima, indestructible afinidad entre maestro y discípulo, que sirve de “sustitutivo” a la frustrante relación con los de “su sangre”: La familia, por si no nos había quedado claro, es la que cada uno acaba eligiendo, aunque la compongan individuos de otra raza y cultura (una muestra más del insobornable individualismo del viejo Clint).
La película tiene, repito, aroma de despedida, y, sabemos, porque él mismo lo ha repetido hasta la saciedad, que, al menos, en su faceta de intérprete, lo es con toda seguridad: nunca volveremos a ver su figura alta y desgarbada dominando el plano como sólo él sabe hacerlo. A sus fieles seguidores nos queda, no obstante, la esperanza de que su mano maestra siga deleitándonos tras la cámara y, parece, que eso sí lo seguirá haciendo con un “biopic” sobre la vida de Nelson Mandela, protagonizado por su “compañero de fatigas” en estos últimos años, Morgan Freeman. Desde luego, si alcanza la calidad de su anterior incursión en tan “vidrioso” género como fue con la biografía de su admirado Charlie Parker (Bird, 1988) nos deleitará como sólo la mano maestra de Eastwood sabe hacerlo, aprovechando para convertir lo que, en otras manos no sería más que un telefilm de fin de semana, en una gloriosa incursión, en aquel caso, en las entrañas mismas del arte.
Todavía no la ha empezado, y yo ya estoy deseando verla, aunque sin su presencia imponente en la pantalla, no será lo mismo.
Pero bueno, “Mystic river”, "Medianoche en el jardín del bien y del mal", “Banderas de nuestros padres”, “Cartas de Iwo-Jima”, la recientísima "El intercambio", la propia “Bird” son obras maestras, y tampoco cuentan con su prodigiosa labor interpretativa. Clint Eastwood limitándose sólo a dirigir puede darnos aún, a pesar de su edad, algunas alegrías.
Y si no, “Gran Torino” sería, desde luego, el broche de oro a una trayectoria inigualable y magistral.

martes, 24 de febrero de 2009

"BICHO"


“Bicho”. Por teléfono me llama “bicho”. Me la imagino juntando los labios para formar la bilabial “b”, y luego entre una sonrisa quizás irónica, quizás franca, ir dejando salir de su boca el resto de la palabra, que a mi se me antoja cariñosa y dulce, aunque bien pudiese ser todo lo contrario, ya me conocéis, dudando siempre, el racionalista extremo (aunque esa duda, tan higiénica siempre en cuanto a la razón se refiere, llegue a ser paralizante en la vida práctica).

Así que me quedo con el “bicho” pronunciado por su hermosa boca, y no paro de darle vueltas. Mastico el vocablo, tan simple, como si se tratase de una de los largos “meandros” de mi admirado Proust, en que recoge una idea, o una impresión, y le da vueltas hasta que los lectores llegamos a un dulce mareo, pero, a la vez, nos embarga una satisfacción inigualable al resolver finalmente el enigma de tan alambicado discurso.
“Bicho”, me imagino ese vocablo saliendo de su boca con la misma dulce excitación que si pronunciase ese “te quiero” o ese “amor mío”, que, ojala, llegue a pronunciar alguna vez.
Ni que decir tiene que es lo que más deseo en el mundo.
Mientras tanto, me queda seguir imaginando el envés de esta primorosa espalda. Y es que “el que no se consuela es porque no quiere”.

jueves, 19 de febrero de 2009

PROUST, EL GRANDE


¿Han ustedes leído algo mejor que la rememoración del sueño con que comienza esa gigantesca epopeya íntima que es “En busca de el tiempo perdido”?.
Cuando el protagonista, que nunca recibirá un nombre concreto hasta en los últimos libros en que, quizás por cansancio del autor, o por alguna otra circunstancia insondable, es referido ya como Marcelo, hinca sus dientes en una esponjosa magdalena mojada en té y se desencadenan, a raudales, los recuerdos (siempre la memoria que da sentido a lo vivido) de toda una vida.

Imitar a Proust es imposible. Este heterodoxo, este hombre del subsuelo, como diría mi amigo Horrach (http://horrach.blogspot.com/ )-cuya última entrada (“Descorchando a Proust”), a qué negarlo, ha servido de acicate para esta, pues Proust, judío, homosexual y asmático, revolucionó la literatura en los albores del pasado siglo XX, y lo hizo, como siempre se hacen estas cosas, a partir de lo que ya había. Fue un poner en cuestión el simbolismo, el realismo a lo Zola, y un entroncar con lo mejor de la literatura del XIX, que Proust tanto admiraba (especialmente los maestros rusos –Tolstoi, Dostoievski, Gogol-), fue una tarea ciclópea, un sueño felizmente consumado, que un hombre físicamente disminuido (1) (por la propia enfermedad, por su carácter obsesivo con la propia enfermedad-era un auténtico hipocondríaco-, por la necesidad de llevar una “doble vida” -un homosexual, en su época, estaba en la obligación de ocultarlo-, y así en esta gigantesca novela autobiográfica los múltiples amantes masculinos del protagonista se transforman en amantes femeninas, ya sea Albertina, Andrea, o alguna más, que ocultan a sus reales amantes masculinos -por ejemplo su chófer Alfred Agostinelli, el gran amor de su vida, parece ocultarse tras la “ninfa imposible” Albertina-).
Proust nos habla del deseo imposible, de cómo lo que más nos atrae es, precisamente, lo que nos rechaza. Así la caprichosa Albertina que vuelve loco al casi nunca nombrado protagonista (al que, al menos, en los cinco primeros tomos, conocemos sólo como “yo”, la voz del narrador, y sólo a partir del sexto es referido ocasionalmente como Marcelo). Esta Albertina que obsesiona al narrador, como en el primer tomo Odette de Crecy, obsesionó a Charles Swann, en ese prodigioso “juego de espejos” que será característico de todo este monumento literario.
En fin, una obra fascinante, poliédrica y monumental, un esfuerzo gigantesco en la que un tipo físicamente muy limitado se crece, gracias al poder invencible de su gigantesca imaginación, hasta el “no va más” de la historia de la literatura.
Una obra de la que es muy difícil desprenderse una vez leída (recuerdo mi peregrinar obsesivo por librerías y bibliotecas tras terminar la última página de “El tiempo recobrado”, y mi decepción al constatar que este gigante de las letras no había escrito prácticamente nada más, aparte de esta monumental autobiografía encubierta a la que dedicó prácticamente toda su vida).
Sentí la necesidad de saberlo todo sobre Proust y me sumergí ansioso, ávido en la gigantesca biografía de Painter, lo que era reiterativo, porque poco más se puede saber de su vida que no esté ya, contado de forma inigualable en esa monumental autobiografía en siete tomos que resulta ser “En busca de el tiempo perdido”.

Imprescindible para todo el que ame la literatura.

Es largo, pero merece la pena.

Si se toman la molestia de internarse en este “bosque de las maravillas”, créanme que les atrapará y les costará abandonarlo.

(1).-Si, en cierto sentido también podría formar parte de la cofradía de los "leprosos", y ya sabéis en qué sentido lo digo.

lunes, 16 de febrero de 2009

Y YA SON DIECISEIS

Pues sí, cómo pasa el tiempo. Otro año de supervivencia desde que “volví a nacer” cuando un fatídico 12 de febrero de 1993, sufrimos mi ex y yo aquel terrible accidente que casi nos cuesta la vida y que, a la postre, nos costó “sólo” el matrimonio. Porque en estos 16 años que cumplí el pasado 12 de febrero mi vida ha cambiado radicalmente. No diré si para bien o para mal (eso siempre es relativo), pero mis preocupaciones, obsesiones, gustos e incluso amistades, son otros completamente distintos. Ver la vida desde una silla de ruedas es, obviamente, contemplarla desde una perspectiva diferente. Y saberte un inválido (sabéis cómo odio los eufemismos) te hace afrontar la vida de forma completamente distinta.
En cierto sentido creo que soy mejor persona desde que vivo desde la perspectiva, más baja, de el que está siempre sentado. Creo que, si por un milagro imposible, me encontrase de nuevo caminando, volviese a medir los 184 cm. que medía antes del accidente, no sabría, literalmente, qué hacer. Cosas que eran muy importantes para mí, como el baloncesto, han dejado de serlo (de más deportes ni hablo, porque siempre tendí más a la reflexión que a la acción, y el basket era una excepción relacionada con uno de mis sueños recurrentes-el de “gravitar” como un astronauta en el espacio-).
Siempre fui un tipo introvertido, y lo sigo siendo, pero en estos años he encontrado, en las llamadas “nuevas tecnologías” el medio ideal para ir venciendo mi timidez, y relacionarme con personas de muchos lugares, algunos muy lejanos, valiéndome además de esa “veladura” que Internet nos proporciona a los tímidos, que, como yo, además, nos expresamos mejor mediante la escritura que con el discurso hablado.
Otras, las mujeres, el sexo, la literatura, el cine no han variado en absoluto, gracias a dios. Me sigue gustando sobre todas las cosas el simple roce con otra piel, las discusiones interminables que nunca conducen a ninguna solución, las mujeres, pues sigo persuadido que todas son bellas y más inteligentes que nosotros, sólo que ahora me relaciono, sobre todo, con sus “fantasmas”, la proyección “cibernética” que algunas nos quieren dejar (aunque alguna, y me refiero concretamente a mi amiga de Murcia, “Sirena Varada”, se empeñen en querer escapar, amenazando una y otra vez con abandonar su blog, que tanto deleite nos produce, y como esta Sirena, náyade aventajada, nada como la más veloz de las ondinas, y yo soy, a pesar de haber nacido a la vera del mar-el Cantábrico, concretamente- un individuo más bien sedentario, que se siente sólo seguro en tierra firme y poco amigo de “odiseas” marinas, mucho me temo que no podré seguirla en su, sin duda, excitante singladura).
Y, bueno, como os decía el año pasado por estas fechas (1), se admiten regalos, aunque, soy consciente que, quizás, como hace un año, me tendré que “conformar” con el de vuestra compañía, que no es poco, amigos.

(1).-Ver la entrada del 21 de febrero de 2008, titulada "Cumpleaños"

miércoles, 4 de febrero de 2009

UN AÑO EN LA "LEPROSERÍA"

El 4 de febrero de 2008, con gran ilusión y muchos nervios, llegué a esta que, considero ya, mi casa.
Como seguramente sabéis los que seguís este rincón de la bloggosfera esa inicial ilusión se ha ido tornando con el paso del tiempo en preocupación, tras una serie de incidentes que me hacen temer incluso por el futuro de la que yo llamo “leprosería”, entendida por el lugar donde habito físicamente, en ningún caso esta mi casa “virtual” (que es también la vuestra, la de todos los que la honráis con vuestra visita).
Pues bien, hoy cumplo mi primer año aquí y, aunque las cosas en los últimos tiempos han empeorado (sobre todo a partir del fatídico 31 de diciembre de 2008 (*)) sigo confiando en que esta podrá ser mi casa por mucho tiempo, porque tiene todos los ingredientes necesarios para serlo.
He sido bastante feliz aquí y, a pesar de todo, espero seguir siéndolo.
(*).-Ver la entrada del 31 de diciembre de 2008, “El día más negro”.
Fueron, en verdad, unos hechos que me produjeron una de las mayores desilusiones de mi vida.

martes, 20 de enero de 2009

LA SIRENA Y EL LEPROSO

A mi sirena imposible del Mediterráneo

Mi lengua titila sobre la erecta rugosidad del pezón. Luego mi boca naufraga en las profundidades abisales de su ombligo. Su piel de porcelana se transforma un poco más al sur en escamas húmedas, viscosas, estériles. Pero es tal la belleza nacarada que la sirena concentra en el resto (femenino) de su cuerpo hermosísimo, que no importan las escamas estériles, ni la frustración que conlleva la parte inferior de ese cuerpo hermosamente monstruoso.
La sirena vive en Oleza, esa Oleza barroca de caramelones, Salzillos, y sensuales semanas santas, que imaginara tan brillantemente Gabriel Miró (el mismo que alumbró ese obispo leproso y bondadoso que marca un hito en la historia de la literatura española). Huele a canela y miel, esta sirena mediterránea y voluptuosa. Otro leproso (si, leproso aunque a ella no le guste demasiado que se denomine como tal) ha venido al encuentro de esta bella sirena desde el lejano norte, tan distinto, tan igual (porque las geografías se diferencian en las personas que las habitamos, nada más). La sirena es una sirena sabia, que conoce el mundo y quien lo habita, con sus grandezas y debilidades. La sirena, como la de Casona, pretende, quizás inútilmente, huir del mundo en el que le tocó vivir, y usa su portentosa imaginación para construir rincones más amables donde habitar.
El leproso pasa los días imaginando la dulzura de la sirena, a la que ya considera su amiga del alma. No es que sepa demasiado de la sirena (por ejemplo, nunca ha podido oír su voz, ni tocar su piel de porcelana, ni sentir su perfume, ignora su edad, su profesión -aunque sabe que ha cumplido años recientemente- y, quizás, sea mejor así, porque una sirena imaginada nunca decepciona, aunque el leproso mantiene la esperanza de que esta querida Sirena Varada, jamás llegará a desilusionarle).
Este leproso y esta sirena viven unidos (en la distancia) por el mutuo cariño y la común monstruosidad. Si, son diferentes, especiales, distintos. Personajes de Diane Arbus, la monstruosidad de ella se sustancia en su sobrehumana bondad; la de él es evidente y no necesita mayor explicación, lo único que tiene que explicar es que, sin haber rozado jamás su piel, ha llegado a quererla de verdad.
Porque, conociéndose sólo en la distancia, el leproso y la sirena están unidos por un cúmulo de inquietudes comunes, de cariño, de “besos a montones”, de un aprecio sincero y una ternura intensa que tiene mucho de carnal (es lo que tiene la imaginación, para la que nunca puede haber barreras ni restricciones, ya lo decían Buñuel y su “divino” Marqués).

jueves, 1 de enero de 2009

¡MENUDA NOCHEVIEJA!

“¡Quiero marchaar!, ¡ayudadme!”, grita un inválido inútilmente desde su silla de ruedas. “Echadme, echadme”, apostilla otro, irascible. Suenan, incomprensiblemente canciones de Mari Trini, “bueno, mejor que villancicos...” apostilla mi amigo ante mi perplejidad. El “alcalde”, imbuido de su papel “presidencial” (y quizás un tanto achispado) descorcha sucesivas botellas de cava. El que hace un momento “quería desesperadamente” marchar, tras ingerir unas copas (dos o tres) del dorado líquido, entra en una inhabitual fase de locuacidad y exaltación de la camaradería, y sostiene que antes a él le gustaba la “drogaina”, y había probado ya de todo. A mi, me duele cada vez más el pie, y solicito ayuda para subir a acostarme. Ha sido un mal día, y estoy de mal humor. Si esta absurda celebración prefigura el próximo año, habrá que buscar dónde esconderse.
Y, encima, todos un año más viejos.
¡Qué depresión!

miércoles, 31 de diciembre de 2008

EL DÍA MÁS NEGRO

¿LA “LEPROSERÍA” SE SUICIDA?

Este 31 de diciembre de 2008, pasará a los pequeños anales de mi historia personal como un día remarcado en negro, día del triunfo de la iniquidad y el capricho. Los peores augurios se han cumplido, y algunas de las mejores trabajadoras aquí (mi querida Paz, que se despidió de mi con lágrimas en los ojos, Begoña, Mónica, Estela), a las que hay que unir al cocinero Benito, y al portero Luis, fueron, sucesivamente llamados al despacho de la señora directora, Dña. Aurelia García, y allí les fue comunicaba la disparatada decisión de que sus contratos NO serían renovados. Voy a ahorrarme la lista de improperios que me provoca proferir, pero la situación aquí, privado, ya definitivamente de la compañía de quienes considero forman parte ya, de mi más estrecho círculo de amistades, oscila entre lo patético y lo deplorable.
No quiero dar pistas sobre mi futuro proceder (se que este blog, debido a una “imprudencia” mía, se encuentra ya bajo la atenta vigilancia de Doña Aurelia, y sus secuaces) pero intentaré que este monumental “atropello”, no se quede así, y que Doña Aurelia, no “se vaya de rositas”, una vez más.
Una de las cosas que más lamento es la "cobarde" actitud de la dirección, pues todo esto viene de una represalia ("casualmente" las nuevas cesantes-mis amigas-eran las abajo-firmantes de un escrito que, dirigido inutilmente al Principado, denunciaba una serie de irregularidades en la gestión de este ya agonizante centro).

sábado, 20 de diciembre de 2008

OPORTUNISMO Y DEMAGOGIA


A Horrach, y a mi compañero de colegio, Ignacio Prendes, ellos saben por qué (1).



O LA NECESIDAD DE RESPETAR EL ESTADO DE DERECHO, SIEMPRE; Y EL PELIGRO DE LOS ATAJOS



Rosa Díez, lo reconozco, no puedo con esta mujer, es la portavoz de un pequeño y simpático partido que, teniendo un gran futuro o no (no soy “vidente” ni “pitoniso”) se empeña en “coger atajos” hacia el éxito.
Pretender que el legislativo ilegalice un partido (por deplorable que éste nos pueda parecer), aunque esté “muy bien visto” por la mayoría de la ciudadanía, y en este caso creo que lo está, supone poner en peligro los fundamentos mismos del estado de derecho y, por tanto, de nuestra misma democracia. Pero ¿qué fue de Montesquieu, y aquello de la división de poderes?
El atajo y las prisas pueden ser más contraproducentes que otra cosa, amén que “igualarnos en métodos con los enemigos de la democracia, nos descalifica como demócratas”
Si empleamos sus mismos métodos, con qué autoridad moral, vamos a exigir a los terroristas y adláteres, que respeten la democracia. ¿No tenemos en los “Guantánamos” de Bush, suficiente escarmiento al error?
Pues bien, la pizpireta diputada Rosa Díez presentó el pasado 16 de diciembre una moción en el congreso destinada a disolver los ayuntamientos regidos por la organización “filo-etarra” ANV.
Considero esta moción que, sólo apoyada por el PP, no prosperó, un intento bastante grave de subvertir la división de poderes en que se fundamenta nuestro estado de derecho. Con esta pretendida “chapuza”, la señora Díez podría haber puesto en peligro, de haber tenido éxito, los fundamentos mismos de nuestra democracia.
Partidario como soy de la absoluta libertad de expresión, creo que cada cual es muy libre de decir las insensateces que le parezcan oportunas, pero no de “dar armas” a los enemigos de la misma democracia a la que se dice defender.
Porque si anulamos la división de poderes, la “dialéctica por la cual la legitimidad del ejecutivo proviene siempre del legislativo y está siempre supeditada al judicial”, nos encontraríamos, de golpe y porrazo inmersos en el caos (vamos, lo que quieren, precisamente, los enemigos de la democracia, a los que pretendemos combatir).
Por eso, me alegro que la demagógica y oportunista moción presentada por la Señora Díez, el pasado 16 de diciembre decayese, no sin antes ser sometida a un rico debate, porque los problemas complejos nunca pueden tener soluciones simples.

(1).- Mi amigo “virtual” el filósofo mallorquín Juan Antonio Horrach (http://horrach.blogspot.com/) es militante de UPyD, y mi antiguo compañero de colegio el abogado Ignacio Prendes es portavoz de UPyD en Asturias.

jueves, 18 de diciembre de 2008

SANTA KLAUS NO ES DEL ATLÉTICO DE MADRID


Al Futuro Bloggero, compañero de “sufrimientos” futbolísticos.

No, me niego, ese gordo ridículo no tiene nada que ver con nuestro Atlético de Madrid. No he visto, no puede ser, a nuestra máxima estrella actual, el “Kum” Agüero, tratando de imitar patéticamente a ese “gordo palizas”. No puede ser. Sin duda es una alucinación ¿me habrán echado algún psicotrópico a la comida? Sólo eso podría explicarlo.
Los “colchoneros” somos una raza aparte. Una afición que disfruta con la agonía, y el sufrimiento que, además, raramente se ve recompensado por el triunfo final. Yo me hice del Atlético de Madrid en la final de la Copa de Europa de 1974 ¡Qué manera más gloriosa de “palmar”!, que diría el himno de Sabina (colchonero ilustre donde los haya, por cierto), ese remar y remar para que, en el último segundo de la prórroga aquel alemán de nombre impronunciable, lanzase un “pepinazo” desde “su casa”, y el balón, traidor, se colase pegadito a la base del poste, haciendo inútil la quizás deficiente estirada de Miguel Reina, y consiguiendo el empate para los “malditos alemanes”. Luego, dos días después (fue la última final de la Copa de Europa en que no se recurría a los penaltys para dirimir un empate), con varios lesionados y sancionados, nos metieron un 4-0, y se quedaron tan frescos. A los 5 minutos de aquella derrota (que tan injusta le pareció a aquel niño de 8 añitos y que sigue siendo la más gloriosa que recuerdo) yo me hice del Atlético de Madrid y juré odio eterno al fútbol alemán, para el resto de mi vida. Como estas cosas de las querencias son así de viscerales, puedo seguir diciendo que no me gusta el fútbol, pero sí el Atlético de Madrid, el que sólo me “desenganché” en la temporada 1995-96, en que “mi” Atlético se "disfrazó" de su vecino y "eterno" rival, y,olvidando su esencia dionisiaca y agonística, lo ganó todo “de calle” de la mano del dúo Gil (presidente)-Antic (entrenador), y precisamente esa manera un tanto “abusiva” de pasearse por los campos de España, me pareció en contradicción del “espíritu atlético”, indisoluble del sufimiento ¡Pero qué bien nos saben las pocas victorias que obtenemos, literalmente conseguidas con el "sudor de nuestra frente"!
No, “mi” Atlético de Madrid no puede tener nada que ver con ese gordo asqueroso, empalagoso y ridículo (Y, conste, no tengo nada contra los gordos, que siempre me “cayeron” más simpáticos que los que tendemos a la delgadez). Pero, ese invento de la coca-cola, no puede tener nada que ver con nosotros.
Nosotros somos “dionisiacos”, alternativos, diferentes. El dichoso Santa Klaus me pega más como mascota del vecino, y eterno rival, siempre tan “políticamente correcto”. Que luzca colores rojiblancos es, en realidad, un invento de la "Coca-Cola", un truco publicitario.. En todo caso, nosotros nos quedaríamos siempre con los “castizos” Reyes Magos.
He dicho.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

BUENAS NOCHES, SANDRA

A la espera de nuevos acontecimientos en la "leprosería",una nueva y, seguro, insuficiente, incursión en el relato breve. Espero, no obstante, que os guste.





A Raymond Carver






Estacionamos nuestras sillas de ruedas a la salida del ascensor. Suficientemente separadas de la puerta. No vayamos a “estorbar”. Hablamos de “lo divino y lo humano”. Solucionamos todos los grandes problemas del mundo. Mi amigo dice que es partidario de la “mano dura”. “No digo la pena de muerte, no, pero sí la cadena perpetua”. Yo, me callo por esta vez. No me gusta discutir, y menos con mi mejor amigo aquí. En broma, le llamo “Terminator”, y me callo, sonriendo para mis adentros, al imaginarme a semejante “Schwarzenegger” en silla de ruedas. Sería complicado explicar que, desde que vi “Furia”, de Fritz Lang, me asusta “saltarme” la presunción de inocencia, y la pena de muerte me parece inadmisible. Pero me callo. Amago con iniciar, con gran energía y determinación mi argumentario “abolicionista”, pero percibo los rostros cansados de mis interlocutores (y también mi propio cansancio-noto cómo, contra mi voluntad, los párpados me pesan tanto que los ojos se me van cerrando-). Abro la boca. Intento reprimir ese bostezo, pero no puedo.
Sandra sale del ascensor. Es una chica alta y delgada. Se desplaza lentamente, apoyándose en su bastón. Nadie sabe lo que le pasó. Ella tampoco. Habla poco. Como todos los parcos en palabras, me cae bien. Dicen menos tonterías, y te ahorran dolores de cabeza. Últimamente se ha empezado a reír. Con frecuencia. Me gusta ser amable con ella. Me inspira una enorme ternura. Le digo: “Buenas noches, Sandra”. Me responde, dubitativa: “Ti, buenas noches, Sandra”. Tiene los ojos grandes, Sandra. Y permanentemente asombrados. Parece una buena persona. Con sus limitadas posibilidades, intenta siempre ayudar a los demás. A su vecino Tino, por ejemplo. Con su paso vacilante y su permanente sonrisa, empuja la silla de Tino. No se entera de nada, el pobre Tino. Vive en su mundo. A veces inicia un discurso ininteligible que conduce a ninguna parte. Tiene un rostro inocente y bondadoso, Tino. El otro día lo sentaron en una silla normal, sin arnés, y se pegó un tremendo trompazo. A los dos días volvieron a hacerlo y se rompió la cadera. Dos semanas de hospital y ya está de vuelta. La casa no sería lo mismo sin él. A los pocos días, Sandra empuja otra vez la silla de Tino por la planta baja. Entran en el ascensor. Suben. Mientras, se ha formado una repentina “cola” de sillas de ruedas a la puerta del ascensor. Lo menos, cuatro o cinco. Los inválidos empiezan a dar muestras de impaciencia. La luz no se apaga. El ascensor debe estar quieto en el primer piso. De pronto se enciende el indicativo de que desciende. Los inválidos se miran aliviados, como diciendo “era hora”. Por fin, la puerta se abre. Sandra y Tino siguen en el ascensor. Sandra se ríe. Vuelve a pulsar el botón para subir. Los inválidos intercambian sonrisas cómplices, pero algunos no ocultan su impaciencia. Se repite el mismo proceso anterior. El ascensor sube. Pero vuelve a demorarse en el piso de arriba. Más tiempo si cabe. Ahora algún inválido más impaciente se ha acercado y pulsado el interruptor de llamada del bajo. El ascensor vuelve a bajar. Más miradas aliviadas. Las puertas se abren. Ahora es Tino el que está sólo en el ascensor, agarrado con todas sus fuerzas a la barandilla del fondo. Alguien llama al conserje, para “desatascar” el embrollo. De alguna manera, lo hacen. Los inválidos circulan con cierta fluidez hacia el piso de arriba. Yo soy el último en subir. Y al llegar arriba me encuentro con Sandra, recostada contra la pared, que me dice, con el rostro ilusionado de quien ha hecho un gran descubrimiento: “Buenas noches, Sandra”, mientras su risa, fresca, se expande por todo el pasillo.

lunes, 15 de diciembre de 2008

PUNTUALIZACIÓN A MI ANTERIOR ENTRADA

Quizás merezca más el calificativo de esquizofrénico que el de ciclotímico, pero:
En la anterior entrada, denunciaba una serie de hechos gravísimos para el presente y el futuro de la “leprosería”.
Pues bien, mis fuentes me dicen ahora que la mayoría de ellos, todavía no están plenamente confirmados (aún parece quedar una remota esperanza, vaya) aunque, mantienen estas mismas fuentes, siguen siendo lo más probable.
Como me gusta tener siempre un cierto rigor en mis afirmacione -aunque como diría mi buen amigo el filósofo mallorquín Horrach (http://horrach.blogspot.com) "La verdad no puede ser nunca absoluta, si no entendida siempre como problema"- me toca pediros excusas, y esperar que lo relatado en la anterior entrada no se cumpla, y quede circunscrito al ámbito de mis particulares pesadillas. Nada me gustaría más.

domingo, 14 de diciembre de 2008

¿SOBREVIVIRÁ LA "LEPROSERÍA"?

A Paz, Mónica, Begoña, Loli, Estela y todas las demás “víctimas”.

No, no es ponerse “trágico”, pero los últimos acontecimientos aquí me hacen ser más pesimista que nunca sobre el futuro de esta mi casa (la real, en ningún caso esta virtual que tantas satisfacciones me da).
Viene esto a la disparatada política de personal que lleva a cabo la dirección de este centro, basada en la arbitrariedad y el capricho, y que consiste, contra la más mínima racionalidad, en castigar a los mejores, y premiar a los más mediocres (o no tanto capricho, porque los “mejores” suelen tener la comprometida costumbre de pensar y, por tanto, cuestionarse el funcionamiento de las cosas, por lo que son siempre peligrosos para el poder establecido).
Recordareis que hace algún tiempo os contaba que la mala situación aquí me había obligado a llamar al Principado de Asturias, en busca de algún remedio, y de la un tanto decepcionante respuesta que se me dio.
A los pocos días, la señora directora me llamaba a su despacho, y me refería las continuas quejas que le estaban llegando, y que ella sabía eran por mi causa, y me “amenazaba”, si bien difusamente, con alguna represalia si seguía por ese camino.
Pues bien, luego sucedió el confuso episodio que acabó con Carmen en la calle, si bien había dos precedentes anteriores (Amina y María) aunque por lo menos en este caso de Carmen, la dirección se tomó la molestia de buscarse una excusa (si bien muy difícilmente creíble) para “librarse” de ella-el caso está ahora en los tribunales-.

Antes, la imprevista, y descorazonadora baja de la educadora Nuria, aunque parece que se marchó por “decisión propia” ante la divergencia de criterio con la dirección -todavía hay quien coloca su propia dignidad por encima de sus conveniencias, y la valiente Nuria es un caso admirable de esta “especie en extinción”-.
Y antesdeayer, la culminación de esta lamentable serie de despropósitos: la dirección le comunicaba a una serie de trabajadoras (mi entrañable Paz, la pequeña Mónica, la “guasona” Begoña, la “rubensiana” Estela, la gobernanta Loli, que “agradecía sus servicios”, pero que sus contratos espiraban el 31 de diciembre, y no entraba en los planes de la empresa, renovarlos (casualmente todas estas trabajadoras eran las “abajo firmantes” de un escrito que hace tiempo denunciaba las flagrantes irregularidades de este equipamiento) (1).
Como estoy harto y, aún reconociendo que, quizás por la inyección de dinero que ha conllevado la puesta en marcha del centro de día, las comidas (en calidad y cantidad) habían mejorado, denuncio, con la limitada publicidad que pueda tener este rincón de la bloggosfera, la incompetente y arbitraria gestión de la directora de este centro, Dña. Aurelia García, al fin y al cabo, en quien, por su cargo, cabe hacerse recaer la responsabilidad de todos estos despropósitos.
Por todo ello, me tengo que hacer la pregunta del título ¿sobrevivirá la “leprosería” a esta serie de calamidades?, o será demasiado para ella.

Las perspectivas para el año nuevo (privado de la compañía y el apoyo de algunas de las que ya considero, mis mejores amigas) oscilan pues entre lo nefasto y lo trágico.

Feliz navidad, amigos (y encima eso, que ya están aquí las dichosas fiestas otra vez).

¡Qué depresión!

(1).-Comunicación que se hacía extensible al cocinero Benito, y al portero de la tarde, Luis.

jueves, 11 de diciembre de 2008

LOS INVÁLIDOS NO SOMOS IGUALES, SOMOS SUPERIORES



A Jack London, que me descubrió al maravilloso leproso rebelde, Koolau.

A Loli, que nos mantenía la moral alta repartiendo siempre piropos (esperando su prometido regreso, porque la vida es mucho más aburrida sin ella aquí).




Quizás esta “eufórica” afirmación, se deba a un “mini-cursillo” de autoestima al que la “leprosería” asistió ayer, en el marco de unas jornadas sobre “discapacidad y vida sexual”, desarrolladas en el Hotel Abba Gijón, del que tendría que decir alguna cosa sobre su deficiente “adaptación” a las necesidades de nuestro colectivo (*).
Pero bueno, intentaré explicarme, porque este título, tal que así, podría parecer un tanto “filo-nazi”, si bien más como el reverso exacto de esta ¿ideología?: Si digo que los inválidos (sabéis cómo odio los eufemismos, y lo que me molesta la fea palabra, discapacitado) somos superiores, no es sólo por uno de mis habituales ataques de “egocentricidad”, si no porque estimo que lo que diferencia al género humano del resto del mundo animal es el raciocinio, y, desde este punto de vista, nadie es más humano que un inválido, discapacitado, o como se nos quiera llamar: mermadas como tenemos las facultades físicas, tenemos que suplirlas con nuestro ingenio, nuestra inteligencia y nuestra imaginación (algo, por cierto, especialmente válido, si lo referimos al terreno de la sexualidad, precisamente, ya que a este tema estaban referidas las jornadas en cuestión).
En casi 16 años de pertenencia a este colectivo (mi accidente, como quizás muchos ya sabéis, ocurrió en febrero de 1993) he aprendido muchas cosas: no sólo que la vida no se acaba por estar “atado” a una silla de ruedas, que es obvio, si no que nuestras posibilidades son prácticamente infinitas, y más para quien, como yo, siempre detestó (o no se interesó en absoluto) el deporte y la actividad física (el único deporte que me interesaba lejanamente era el baloncesto-asociaba el recurrente sueño de “gravitar” por los aires, a efectuar un “mate” en una canasta a 3´05 m. de altura, y mis posibilidades reales de hacerlo son las mismas desde la silla de ruedas, que hace casi 16 años, cuando caminaba: NINGUNA-).
Sí, desde la silla de ruedas (a veces me parece que ya forma parte indisoluble de mi cuerpo) puedo hacer prácticamente cualquier cosa, y más con los avances técnicos del mundo actual (ordenadores, informática en general) que me permiten hacer una de las cosas en las que hayo más placer: escribir, y difundirlo, concretamente, a través de este blog.
Como todo, en nosotros, lo tenemos que hacer empleando esa herramienta sublime que en la tierra sólo posee (desarrollada convenientemente) nuestra especie, que es el "cerebro razonador", por eso nos considero (a los inválidos) una “raza superior”, los más humanos entre los humanos, y estoy orgulloso de pertenecer a ella, porque no, no somos iguales: a pesar de las apariencias, somos mejores porque representamos lo mejor de la humanidad (la más ingeniosa, la que tiene un sentido crítico más desarrollado, en suma, la mejor). Y no, a pesar de las apariencias, no he bebido, aunque mi discurso se haya dejado embriagar por una poco explicable euforia a medida que iba desarrollando esta entrada.
Además somos más guapos. Los diferentes, los “leprosos” (en el sentido que, conocéis, le he querido dar a esta palabra, desde la puesta en marcha de este rincón de la bloggosfera) siempre me han parecido más atractivos, incluso físicamente, que los modelos de belleza (vulgares, estereotipados) que nos impone nuestra sociedad.
Por todo ello, y a pesar de que la opinión mayoritaria en mi colectivo es que "todos somos iguales", yo mantengo, más bien el enunciado que da título a esta entrada: "Los inválidos no somos iguales, somos superiores".
No estaría de más, establecer un día del "orgullo inválido", tal como existe un día del "orgullo gay", otro colectivo de "diferentes" que ha tenido (y tiene) que soportar todo tipo de persecuciones y atropellos, por el mero hecho de no ajustarse al patrón mayoritario establecido.





(*).- El hotel Abba, donde se desarrollaron estas jornadas, tiene sólo unos 4 o 5 años de antigüedad, pero presenta inconcebibles defectos en cuanto a su accesibilidad (ascensores demasiado pequeños, baños aparentemente accesibles, pero que no cumplen las normas, etc...).

lunes, 1 de diciembre de 2008

POSTAL DE NAVIDAD (1)

El fuego del hogar quema los recuerdos del año. Obligatorio ser feliz por unos días, para una vez cumplimentado el rito, continuar con el transcurrir de la vida. Pasa la navidad (con su carga de felicidad efímera impostada) y la vida sigue con las mismas tragedias y alegrías de siempre: Melancolía.





(1).- Esto es un encargo: un texto para una tarjeta navideña, que hemos realizado los habitantes de la "leprosería". Conoceis mi fobia a la navidad, y el escepticismo que es máxima de mi pensamiento, pero Noelia, dada mi ineptitud para las manualidades, me encargó un texto para la postal y, como mi cerebro tampoco da más de si, el resultado es este.

sábado, 29 de noviembre de 2008

ESTAMBUL


Bueno, un descanso a los retratos de la “leprosería”, y a otras obsesiones menos confesables, de las que he decidido, por el bienestar de mi propia salud mental, intentar olvidarme.



Pretendo retomar el propósito inicial de este blog, un rincón destinado a publicar mis "pobres" y, soy consciente, insuficientes "coqueteos" literarios.


Estoy fumando mientras conduzco, contraviniendo todas las normas de la Dirección General de Tráfico. A mi lado ella, tan deseable como siempre, me susurra con su voz grave: “Pásamelo”, y su mirada implorante me desarma, como siempre. Como siempre sus deseos son órdenes para mí. Soy un cobarde, y no le puedo negar nada a esta mujer. Me aterrorizaría perderla. Morena, pelo corto, su belleza es arrasadora. Duele mirarla, de tan resplandeciente. Como un esclavo siempre complazco hasta sus más mínimos deseos. Pienso que me importa un bledo la DGS, y sus “pesadísimas” recomendaciones. Me siento transgresor por un momento, y conduzco, por un breve instante, con una mano mientras con la otra deposito suavemente el cigarrillo entre sus labios entreabiertos. Por el rabillo del ojo, percibo su gesto de placer al realizar la primera y lenta calada. “La deseo como nunca he deseado a nadie”, me digo. Con cada mujer que ha pasado por mi vida me he repetido esta hipérbole, tan falsa, como cierta para ese mismo momento.
El coche se desplaza a moderada velocidad por una ciudad de piedras “venerables” que a mi me parece, ¿Estambul?
La Santa Sofía que contemplo a la otra orilla del Bósforo es inmensa y reluciente. Sin embargo, al acercarme, parece gris y triste, como si, de repente, la hubiese cubierto una pátina de suciedad.
El propio Bósforo, hace unos instantes tan luminoso, se ha cubierto por una densa capa de nubes. Incluso parece amenazar lluvia, y el ambiente se ha tornado denso, irrespirable.
De pronto, suena un trueno y afuera el aguacero repica como un tambor a rebato. Me acurruco entre las sábanas frías abrazando el fantasma de su cuerpo que tirita, no se si de miedo o de frío, pero es cálido y suave, y huele bien, a perfume de mujer.
Retumba otro trueno, y me despierto, sudoroso y agitado. Y, como me temía, ni rastro de la hermosa morena de pelo corto, que ha vuelto a desaparecer, como por ensalmo. Mierda de vida...

jueves, 27 de noviembre de 2008

NADA ES ETERNO, VUELVEN LOS "PROBLEMAS"

LOS EXPERIMENTOS, CON GASEOSA



Pues si, yo debo ser algo “gafe”. Dedicaba la anterior entrada al “retrato” de nuestro entrañable Mino. Pues bien, por la tarde, Minín se cayó de una silla del comedor y se rompió una cadera.
Yo no estaba presente cuando sucedió el desgraciado accidente, pero no puedo dejar de preguntarme ¿qué “mente privilegiada” autorizó sentar a este hombre en una silla corriente quitándole para ello el “arnés” (que si lo lleva será por algo)?.
El caso es que Belarmino, me temo, tendrá que pasarse una larga temporada en el hospital. Y eso, nada más llegar aquí.
Las cosas, en general, habían mejorado algo por aquí con la apertura del “centro de día”, pero errores como este empañan cualquier mejora, y matizan muy mucho el optimismo que manifestaba en alguna entrada anterior.
Porque como dice la sabiduría popular: “Los experimentos, con gaseosa”

jueves, 13 de noviembre de 2008

EL "CENTRO DE DÍA"

Parece que, por fin, debe haber llegado “juliembre”, el mítico mes que siempre menciona la auxiliar Begoña como el del inicio de las promesas nunca cumplidas. Una de ellas, reiteradamente pospuesta, era esta: la puesta en marcha de un “centro de día” al que acuden una serie de compañeros que llegan aquí a las 10 de la mañana, comen con nosotros y se marchan a las 5 de la tarde. Esta innovación ha supuesto la contratación de Noelia, una guapísima educadora extremeña (a mi me recuerda a mi amiga Emi hace unos años, cuando la conocí, y os juro que estoy tratando de olvidar esa obsesión) que viene a sustituir definitivamente a nuestra querida Nuria (y que Noelia sea espectacularmente guapa no nos va a hacer olvidarla, conste).
Además, la puesta en marcha del “centro de día”, paradójicamente, ha supuesto una mejora de las condiciones aquí. Aunque Benito, nuestro cocinero, tiene más trabajo (se ha duplicado, aproximadamente, el número de comensales) la calidad de la comida, hay que reconocerlo, ha mejorado.
La llegada de estos, de momento, 7 nuevos compañeros ha mejorado, contra todo pronóstico, el ambiente aquí (quizás porque lleva aparejada la contratación de nuevas trabajadoras-Clemen y Susana, más dos chicas “en prácticas”, Paula y Marina-con las que no contábamos).
Pensareis que soy un tanto “ciclotímico”, pero lo cierto es que esta novedad me hace ser más optimista en cuanto al futuro de este equipamiento.
Esperemos que el tiempo refuerce mi optimismo. Nada me gustaría más.

Por cierto, ayer hubo fiesta aquí, pues la Residencia cumplía su primer año de vida. Con sus problemas (creo que ya suficientemente abordados por mi en anteriores entradas) es, sin duda, un equpamiento innovador y necesario, y espero, sinceramente, que "cumpla muchos más".

martes, 11 de noviembre de 2008

5 DE NOVIEMBRE, FECHA NEFASTA

Pues si, parece que el 5 de noviembre es una fecha “peligrosa” para mi. El último fue un completo desastre, como ya relaté en mi entrada del 6 de noviembre, titulada “La puerta”, pero es que en otro, hace justo 16 años, cometí uno de los mayores errores de mi vida: me casé.
Mi “ex” y yo no éramos muy partidarios del matrimonio que se diga, pero cuando “saqué” las oposiciones a funcionario de Correos me destinaron a Palma de Mallorca. No quería irme solo, así que le propuse que me acompañase, e “irnos a vivir juntos”. “Bueno, a ver que dicen mis padres”, me contestó. La respuesta fue “echarse las manos a la cabeza” y exigir que nos casásemos, que, al fin y al cabo ¿qué más nos daba?
Yo llegué a Palma de Mallorca el 12 de octubre de 1992, para tomar posesión de mi bien ganada plaza de auxiliar de clasificación y reparto (en moto) del cuerpo de Correos y Telégrafos. Me recibió en Magalluf (turística localidad a pocos Km. de Palma) mi ex cuñado Juanjo (que, a la sazón, trabajaba allí de camarero) mientras Marián (mi ex) completaba en Gijón los papeleos necesarios para el “bodorrio” que acabaría teniendo lugar el siguiente ¡5 de Noviembre!, ¡socorro!
Yo, lo confieso, esperaba el momento con cierta ilusión. Era joven (27 años) e ignoraba todavía la magnitud de mi error. Durante años habíamos contestado a la recurrente pregunta “¿Qué, mocinos, y vosotros, cuándo os casáis?”, con un evasivo “cuando llueva para arriba”.
Pues bien, el 5 de noviembre de 1992 en Gijón no llovió ni para arriba ni para abajo, e más, un sol espléndido (e inhabitual) iluminaba la ciudad. Marián estaba radiante con un conjunto granate y sus ojazos negros brillaban más que nunca.
A mí, que siempre me ha gustado vestir bien, para qué nos vamos a engañar, me temblaba hasta la corbata, mientras la esperaba en la puerta del juzgado.
Poco podíamos imaginar, ella y yo, que dos años y medio después todo se hubiese acabado.
Como ya muchos sabéis, la cosa empezó a torcerse el 12 de febrero de 1993, cuando (deduzco, en realidad no me acuerdo de nada) llegué a nuestro pequeño apartamento al lado del Paseo Marítimo de Palma, y me encontré a Marián desmayada en la cama, quise llamar a un médico y me desmayé yo también.
Seguirían meses de peregrinaje hospitalario, primero en Son Dureta, en Palma, y luego en Gijón (a donde nos trasladaron para que, por lo menos, “muriésemos en casa”) y luego en Oviedo (a donde fuimos para realizar, ya que milagrosamente habíamos sobrevivido, unas operaciones imprescindibles).
Pero la avaricia, y la “miopía” de algunos (de mis antiguos suegros, vaya) impidió que, una vez “superado lo peor” pudiésemos disfrutar de la vida juntos que nos merecíamos (sería muy largo explicar lo inexplicable, así que lo resumiré así sin entrar en más detalles, dolorosos todavía para mi, además).
“De Perogrullo” sería constatar que, si no nos hubiésemos casado, no tendríamos, años después, que habernos separado. Y, por eso el 5 de Noviembre empezó a ser para mi una fecha maldita, que enlaza, 16 años después, con la del derrumbe de la “dichosa” puerta, y el fin de todas mis esperanzas con Emi.

Además, por la mañana, este 5 de noviembre ya había empezado mal: llevaba unos días sin ver bien, fui al oculista, me preguntó la edad (43) y me dijo que no me preocupase, que tener la vista cansada a mi edad (¿provecta ya?) era lo normal.
No era nada para lo que me esperaba por la tarde, y que ya he relatado en la entrada del 6 de noviembre, titulada “La puerta”.
Pero, tranquilos, que "viejo" y "derrotado", tengo que seguir adelante, porque, ya lo dijo Sartre (permitaseme la "petulancia") "estamos condenados a existir".

domingo, 9 de noviembre de 2008

RETRATOS DE LA "LEPROSERÍA" (12)


LOLI, LA “TERREMOTO”

Llegó no hace mucho, como un vendaval. Loli es una chica pura vitalidad. No para de cantar, contar chistes y reírse. Loli es muy vitalista, le gustan los hombres guapos -así Àlvaro, nuestro joven fisioterapeuta, con el que "se le cae la baba", y al que le lanza frecuentes "indirectas"("guapu";y entoncea Chus, la supervisora, interviene con un "Que peligro tienes, Loli, mira que el "chaval" ya está comprometido", y ella contesta "Bueno, no es pa tanto. Sólo lo quiero pa un favorín. Yo no soy celosa")- y el contacto físico con la gente (al menor descuido te planta un beso). No tengo muy claro lo que le pasó (a veces habla de un atropello, a veces de una caída por la ventana). Sea lo que sea (yo he decidido no preguntar más, comprendo que a veces hay cosas que es mejor olvidar) Loli lo ha superado con un buen humor envidiable, con esa forma siempre “positiva” de enfrentarse a la vida que caracteriza la esencia de su personalidad.
No quiero engañar a nadie, Loli canta mucho, pero mal. Si fuese cierta la leyenda que une la lluvia al hecho de cantar desafinadamente, en este barrio estaría lloviendo constantemente. Lo enternecedor es la “alegría de vivir” que enmarca cada intento melómano de nuestra amiga.
Porque si algo he aprendido desde que ingresé en este mundo de “leprosos” es que las deformidades que todos padecemos en mayor o menor medida también son hermosas. Que el “canon” de belleza es relativo y depende de múltiples factores y que, por lo tanto, se puede afirmar sin dudarlo que Loli también es una mujer muy hermosa (ella, no duda, por ejemplo, en llamarnos “guapos” a todos). "Ay, qué buena estoy, que si no lo digo yo, no me lo dice nadie" suele repetir entre sus habituales risotadas.
Si algo le hace gracia contesta rapidamente con una carcajada y su habitual ¡Qué jodío"! que es el "santo y seña" de su inveterado buen humor.
Cuando se vaya, parece que dentro de dos meses, la vida aquí será mucho más triste, no lo dudéis.

jueves, 6 de noviembre de 2008

LA PUERTA (punto final, espero)

Ayer volví al cine con Emi. En realidad, como sabéis, esto (lo del cine) ha sido mas bien una disculpa para verla con relativa asiduidad. Pero ayer todo salió mal. Me contó que estaba muy angustiada porque la “inútil” de la agencia de viajes la había llamado para decirle que la reserva que había echo para Buenos Aires se había cancelado. Yo ya la había llamado para ir al cine, para ver “Un toque de canela” (Tassos Voulmetis, 2003), una deliciosa y “gastronómica” película griega, que tiene a mi siempre soñada Estambul como protagonista.
Antes de entrar a la proyección, desesperada, volvió a llamar a la agencia. Yo la observaba en la distancia. Advertí que, en un momento dado, la crispación de su rostro se relajaba (parecía aliviada, aunque todavía su rostro transmitía cierta preocupación). Entonces me contó lo que pasaba: tenía que pasarse por la agencia (que está en el otro extremo de Gijón) antes de las 8 de la tarde porque le podían solucionar el problema. “Te dejo en la película y me voy, luego regreso a recogerte para volver a la residencia. Estoy echa un flan por culpa de la inútil esta”.
“O sencillamente no te vayas, quedate conmigo y se acabó el problema”, le respondí presa de la mayor agitación.
“Tengo que irme, lo siento”, me dio un beso en la mejilla (que esta vez me quemó como una traición) y se fue.
Me quedé sólo viendo el film. Contemplaba la historia (no es una obra maestra, pero si una película agradable de ver, que a mi me recordó, salvando las distancias, a la extraordinaria “El marido de la peluquera” -Patrice Leconte, 1990- ), pero el caso es que yo no la disfruté en absoluto (no podía pensar más en que ella se iba sin remedio, y que yo no parecía significar nada, ni importarle lo más mínimo).
Comprendí que me había ganado a pulso el calificativo de “patético”, y esto me mortificaba. Como suele sucederme en momentos así, todo me parecía relacionado con mi desgracia. La película cuenta la historia de un turco de origen griego (George Correface) que tras muchos años reencuentra al amor de su infancia casada con un antiguo conocido suyo, y de cómo, en el momento crucial, ella elige quedarse con su marido, en vez de retomar la añeja relación infantil como el protagonista le propone. La lágrima que corría por la mejilla del actor griego en el plano final de la película tuvo, como podéis imaginar, correlato exacto con la que ya se deslizaba por mi cara (de idiota, añadiría yo).
Pero lo peor (o lo más ridículo) todavía no había llegado. Al acabar la película sonó mi móvil. Era ella. Había un concierto de jazz en el patio, y no se la entendía bien. Pero deduje que me llamaba desde el autobús y que ya estaba llegando. Que la esperase en la cafetería, o algo así.
Sin pensarlo más, y en un estado de ánimo bastante alterado, me dirigí a la cafetería. La puerta estaba entreabierta. He ido montones de veces a esa cafetería (pues, como todo el Antiguo Instituto es un ejemplo de accesibilidad universal). Recordaba que si consigues empujar la pesada puerta de cristal hasta un determinado “tope” esta se mantiene abierta sin ningún problema. Obnubilado como estaba, intenté abrirla más empujándola con los pies (no se me ocurrió pedir ayuda, como hubiese sido lo lógico). Noté que la puerta cedía con facilidad y seguí empujando hasta que sonó una “explosión” y la resistencia cedió por completo. Alucinado, observé como el cristal se hacía añicos y comenzaba lentamente a desplomarse. Cientos de pequeños fragmentos de vidrio caían sobre mis manos (tranquilos, milagrosamente no sufrí ningún corte) a la vez que los clientes del local (entre los que distinguí rapidamente a Emilia-“lo hice yo solito”, le dije con una mezcla de azoramiento, “tierra, trágame” y el estúpido orgullo de quien cree haber realizado, una hazaña- salían alarmados por el estruendo del café).

Mientras observaba los cristales caer lentamente, me di cuenta que no sólo había “estallado” la puerta de cristal de la cafetería del Antiguo Instituto Jovellanos, si no todas las estúpidas esperanzas que tenía con Emi.
Aunque en la despedida, ya en la residencia, su beso (en la mejilla, ¿qué os creíais?) me pareció más largo y cálido, adivinaba en él más compasión y mala conciencia que otro sentimiento.
Aunque me ha dicho que se va por un solo mes (parece un caso de pasional “encoñamiento” con el argentino dichoso, que no hace más que hacerla sufrir), el episodio de la puerta me ha “abierto los ojos”.
No me acuerdo bien quién de vosotros me recomendaba en algún comentario a anteriores entradas que “la dejase ir, que lo que tenga que ser, será”.
Por mi parte, pienso aplicarme escrupulosamente esta recomendación. Porque como me dice mi gran amiga “Sirena Varada” (http://mundodesolos.blogspot.com) “Nadie merece tus lágrimas, y quien las merezca no te hará llorar”.

Definitivamente, como habéis podido comprobar, y como yo me temía, NO hubo final feliz, no.

una pena

domingo, 2 de noviembre de 2008

RETRATOS DE LA "LEPROSERÍA" (11)

LUCKY, EL “GUAPO”

Si que es guapo el “jodío”. Me tocó circunstancialmente comer con él, y pude certificar la opinión de Begoña, la auxiliar. Luciano, al que todos conocemos aquí como Lucky, es un joven avilesino (Aviés, el otro puerto industrial de Asturias) de mi edad aquejado, ¿cómo no? de esclerosis (y en un estado bastante avanzado, además). Con sus hermosos ojos color miel, las larguísimas pestañas que enmarcan su mirada alucinada, su gesto siempre displicente, como si desconfiase de todo lo que le rodea, el pelo alborotado que comienza a escasear, Luciano, que es de pocas palabras, inspira a los que lo rodeamos, a pesar de su gesto normalmente desabrido, una gran simpatía.
No sabemos qué fantasmas pueblan su mente, pero por la noche es víctima de tremendas pesadillas o delirios.
Yo no conozco demasiado de su vida anterior, pero si se que está divorciado (siguiendo la tónica habitual en la “leprosería”, como ya he tenido que comentar en anteriores retratos).
También se de su predilección por la letra J y que (lo repite sin cesar), “quiere marchar”, si bien no sabe a dónde.
En contra de las apariencias debió de ser una persona muy sociable antes de su enfermedad (antes eran frecuentes las visitas de otras compañeras con su misma enfermedad que, aunque hace algún tiempo que no se presentan por aquí, servían para transformar completamente su carácter, instándole a una inusitada locuacidad, y un sorprendente buen humor).
Cuando le preguntan cualquier cosa, no es raro que tarde en encontrar las palabras necesarias para responder, pero acaba haciéndolo con cierto ingenio.
Fumador empedernido, lo pasa muy mal cuando, a causa de las escaras que lo atormentan, no lo levantan de la cama, y por lo tanto, no puede salir a consumir su ración diaria de nicotina, como hace cuando las heridas se lo permiten.
Porque Lucky fuma con verdadera ansiedad, y no es extraño que "devore" cada cigarrillo en dos o tres “caladas”.