Pues
sí, hartos de promesas incumplidas, de las astronómicas deudas de todas las
administraciones con nuestro colectivo, de que los políticos de todos los
colores sólo se acuerden de nosotros en campaña electoral (en las elecciones
autonómicas anticipadas del año pasado pasaron por la residencia donde vivo
todos los líderes de los partidos que se presentaban -¡si incluso la ministra de Sanidad, Fátima
Báñez nos hizo un hueco en su “apretadísima agenda”, visitando el Centro de
Atención Integral de COCEMFE en Gijón, donde resido!- para inmediatamente olvidarse de las promesas con
las que nos habían abrumado, y mandarnos literalmente a “hacer gárgaras” cuando
les reclamamos el dinero que se les adeuda a nuestras asociaciones, y que es
indispensable, incluso, para la supervivencia de las mismas, una procesión de
inválidos de todo tipo (físicos, psíquicos, acondropláxicos), una procesión de discapacitados siniestramente
enlutados (para signicar las negras perspectivas de nuestro colectivo, nuestro aspecto parecía extraído del mejor Buñuel) tomamos el pasado
miércoles 3 de octubre las calles del centro de Oviedo, bajo los lemas de “No a
los recortes”, “Recortar en discapacidad es recortar en dignidad” e, incluso,
un ingenioso “A la niña de Rajoy, mi silla le doy”.
Sé
que sólo somos otro de los colectivos damnificados por esta llamada crisis (“No
es una crisis, es una estafa”, se corea habitualmente en otras
manifestaciones), pero mi colectivo (por razones obvias, el más débil de un
entramado social brutalmente golpeado) necesita el apoyo del resto de la
sociedad. Aunque sólo sea porque nadie está libre de acabar incluido en él, no
nos condenen a la exclusión absoluta. Hagan un esfuerzo. Nadie está libre del
accidente y la enfermedad.
Las
especies pueden actuar de dos maneras
ante los miembros más débiles de si mismas. O los ayudan solidariamente, o los
eliminan. Por el bien de todos esperemos, que, en esta ocasión, no se opte por este darwinismo extremo.
Y aquí estoy yo. Hacía sol, me tuve que poner las gafas, y mi aspecto acabó por resultar siniestro. ¡Me recuerdo a Ynestrillas!. A mi lado, con chaqueta roja que discordaba del luto general, mi compañero Fausto (al que, todavia no se por qué, se le conoce como "Harry").
2 comentarios:
Hola KOOLAU.
En la sociedad en que estamos no cabe otra que la opcicion de ayudarnos, en caso contrario apaga y vamonos.
En el fondo preocupa bastante "la estafa" no sabemos hasta donde puede llegar, ver que incumplem promesas y acumulan deuda con una parte importante de la ploblacion y en concreto con la más debil como dices, es mal sintoma, es sintoma y signo de enfermedad, nuestra clase politica esta enferma.
Otra cosa preocupante es la apatia de gran parte de la poblacion.
Saludos Koolau, a cuidarse.
Aquí entre nosotros: Hasta que una multitud enfurecida arroje a una hoguera a un banquero o a un político, nadie se va a dar por aludido
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