A Jack London, que me descubrió al maravilloso leproso rebelde, Koolau.
A Loli, que nos mantenía la moral alta repartiendo siempre piropos (esperando su prometido regreso, porque la vida es mucho más aburrida sin ella aquí).
Quizás esta “eufórica” afirmación, se deba a un “mini-cursillo” de autoestima al que la “leprosería” asistió ayer, en el marco de unas jornadas sobre “discapacidad y vida sexual”, desarrolladas en el Hotel Abba Gijón, del que tendría que decir alguna cosa sobre su deficiente “adaptación” a las necesidades de nuestro colectivo (*).
Pero bueno, intentaré explicarme, porque este título, tal que así, podría parecer un tanto “filo-nazi”, si bien más como el reverso exacto de esta ¿ideología?: Si digo que los inválidos (sabéis cómo odio los eufemismos, y lo que me molesta la fea palabra, discapacitado) somos superiores, no es sólo por uno de mis habituales ataques de “egocentricidad”, si no porque estimo que lo que diferencia al género humano del resto del mundo animal es el raciocinio, y, desde este punto de vista, nadie es más humano que un inválido, discapacitado, o como se nos quiera llamar: mermadas como tenemos las facultades físicas, tenemos que suplirlas con nuestro ingenio, nuestra inteligencia y nuestra imaginación (algo, por cierto, especialmente válido, si lo referimos al terreno de la sexualidad, precisamente, ya que a este tema estaban referidas las jornadas en cuestión).
En casi 16 años de pertenencia a este colectivo (mi accidente, como quizás muchos ya sabéis, ocurrió en febrero de 1993) he aprendido muchas cosas: no sólo que la vida no se acaba por estar “atado” a una silla de ruedas, que es obvio, si no que nuestras posibilidades son prácticamente infinitas, y más para quien, como yo, siempre detestó (o no se interesó en absoluto) el deporte y la actividad física (el único deporte que me interesaba lejanamente era el baloncesto-asociaba el recurrente sueño de “gravitar” por los aires, a efectuar un “mate” en una canasta a 3´05 m. de altura, y mis posibilidades reales de hacerlo son las mismas desde la silla de ruedas, que hace casi 16 años, cuando caminaba: NINGUNA-).
Sí, desde la silla de ruedas (a veces me parece que ya forma parte indisoluble de mi cuerpo) puedo hacer prácticamente cualquier cosa, y más con los avances técnicos del mundo actual (ordenadores, informática en general) que me permiten hacer una de las cosas en las que hayo más placer: escribir, y difundirlo, concretamente, a través de este blog.
Como todo, en nosotros, lo tenemos que hacer empleando esa herramienta sublime que en la tierra sólo posee (desarrollada convenientemente) nuestra especie, que es el "cerebro razonador", por eso nos considero (a los inválidos) una “raza superior”, los más humanos entre los humanos, y estoy orgulloso de pertenecer a ella, porque no, no somos iguales: a pesar de las apariencias, somos mejores porque representamos lo mejor de la humanidad (la más ingeniosa, la que tiene un sentido crítico más desarrollado, en suma, la mejor). Y no, a pesar de las apariencias, no he bebido, aunque mi discurso se haya dejado embriagar por una poco explicable euforia a medida que iba desarrollando esta entrada.
Además somos más guapos. Los diferentes, los “leprosos” (en el sentido que, conocéis, le he querido dar a esta palabra, desde la puesta en marcha de este rincón de la bloggosfera) siempre me han parecido más atractivos, incluso físicamente, que los modelos de belleza (vulgares, estereotipados) que nos impone nuestra sociedad.
Por todo ello, y a pesar de que la opinión mayoritaria en mi colectivo es que "todos somos iguales", yo mantengo, más bien el enunciado que da título a esta entrada: "Los inválidos no somos iguales, somos superiores".
No estaría de más, establecer un día del "orgullo inválido", tal como existe un día del "orgullo gay", otro colectivo de "diferentes" que ha tenido (y tiene) que soportar todo tipo de persecuciones y atropellos, por el mero hecho de no ajustarse al patrón mayoritario establecido.
(*).- El hotel Abba, donde se desarrollaron estas jornadas, tiene sólo unos 4 o 5 años de antigüedad, pero presenta inconcebibles defectos en cuanto a su accesibilidad (ascensores demasiado pequeños, baños aparentemente accesibles, pero que no cumplen las normas, etc...).
6 comentarios:
Bravo Ro.
Cuanto me alegra que esas jornadas te hayan abierto los ojos y veas lo evidente...
Abrazo grande.
Bueno, el "hombre de Zanzíbar", ¡qué envidia!, porque hay sitios que apetece visitar sólo por lo evocador de su nombre (Zanzíbar, Estambul...).
Afortunadamente no soy ciego (era lo que me faltaba) y, aún con problemas de miopía (desde niño) y vista cansada (los años no perdonan) distingo lo evidente de lo falso.
Un abrazo, amigo
Hola Ro, me alegro de encontrarte en un estado de ánimo próximo a la euforia (bendito sea ese minicursillo por la parte que le toca. Y bendito sea por siempre Jack London). No estaría de más que mucha gente leyera esta entrada y se contagiase de tu positivismo.
Estoy de acuerdo en que la inteligencia y la imaginación se desarrollan más y mejor con las dificultades y en las situaciones adversas. También ocurre, creo, con el estoicismo y el sentido del humor; algo tan lenitivo para cualquier hijo de vecino.
No voy a polemizar contigo en el tema de la belleza, ¡a ver quién es el guapo!(uno de ellos tú).
Feliz fin de semana. Un beso
Querida Sirena: te pareceré, más que ciclotímico, esquizofrénico, pero el caso es que todo ese optimismo (por otro lado, tan poco frecuente en mi) se evaporó al día siguiente con una lamentable noticia que aclararé detenidamente en una próxima entrada.
un beso, amiga, y que los días sean más felices en Murcia que en Gijón.
lastima que ese subidón de optimismo haya durado tan poco!ya me habia hecho a la idea de un nuevo Ro,que vence las dificultades con una sonrisa pero siempre tiene que haber alguien/algo que rompe el encanto, si es que...
bueno, aunque solo fuera un dia de optimismo nos conformamos, vendran otros ya verás;).
Muchos animos y besotes
Pues si, Nuria. Ayer mismo, Paz y Mónica me comunicaron algo que me dejó literalmente hundido.Qué poco duran las alegrías en casa del pobre. Ya lo explicaré en una próxima entrada, pero, como diría un adolescente "es muy fuerte".
Bueno, a lo mejor te mando un correo explicandotelo, ya que tu conoces bien de qué va esto.
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