Pues sí, la señora infecta
se ha dado un garbeo por mis alrededores dejando el rastro de desolación que siempre acompaña a su fétido aroma. Ayer mismo me enteré del fallecimiento de dos personas de mi entorno: ni compañero aquí, Luisín (Luisino, lo había bautizado una antigua educadora extremeña que tuvimos aquí, sin que nadie supiese muy bien por qué). Llevábamos días sin verle, y su estado de salud era realmente malo, la esclerosis se mezclaba con la diabetes, y su condición de recalcitrante fumador empedernido no le a
yudaba precisamente (parece que la causa última de su deceso está en el agravamiento de la perpetua neumonía que afectaba su sistema respiratorio). Yo no lo puedo asegurar, pero me imagino a Luis, apurando con delectación su último cigarrillo, y entregándose en brazos de la muerte con la placidez pintada, por una vez, en su rostro afilado de “Quijote” cascarrabias (“cagondios, de algo hay que morir” y respondiendo a la reiterada pregunta de “cómo estamos hoy, Luis” con el inevitable “hasta…los cojones”, mientras le sostenían el cigarrillo para que apurase la última calada).
En fin, Luisín estaba muy mal de salud y se ha ido; pero la noticia que verdaderamente me sorprendió, dejándome un “mal cuerpo” que todavía me dura, me la dieron poco después, mi querido fisioterapeuta Orlando Merás, que tanto contribuyó a mi mejora, murió hace 2 o 3 meses, víctima de un cáncer, en plena juventud, pues tenía poco más de 50 años.
A Orlando, que guardaba un sorprendente parecido físico con el entrenador de fútbol argentino Héctor Cúper, lo vi por última vez hace tres años, cuando me lo encontré, acompañado de su mujer, Lucía, en el estreno en Gijón de la deleznable “Los abrazos rotos” (sólo el abrazo que nos dimos –poco podía saber yo que sería el último- mitigó, con creces, la enorme decepción que me produjo tan lamentable película) (1)
Orlando el alpinista aficionado, el interesado en los deportes de aventura, desde el parapente a la pesca submarina, se atrevió, incluso a publicar en 2010 unas útiles y entretenidas “32 razones para ir al monte con niños” en las que volcaba su amor por el senderismo y su familia.
Cuando le vi por última vez, ya había traspasado su gimnasio, y me llevé una gran alegría, pues me habían llegado noticias difusas de que “Orlando tenía grandes problemas”, y esa era la razón del traspaso de su gimnasio. Como aquel día su aspecto no era malo, y todavía al año siguiente me enteré por la prensa de la publicación de su libro, por eso (y por el aprecio que le tenía) enterarme de su fallecimiento supuso para mí un auténtico “jarro de agua fría”.
Descansen en paz, Orlando y Luis Anselmo.
(1).-Ver entrada del 23 de abril del 2009, "Onanismo almodovariano"
(2).-No dispongo de fotografías del pobre Luis. Las dos fotos que ilustran la entrada son de Orlando. En la primera está presentando su libro el año pasado, y las señales de la enfermedad ya son visibles. En la segunda, por el contrario, nos lo muestra en los Picos de Europa en 1982 desarrollando su gran afición, el alpinismo.
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Hace 2 días
11 comentarios:
La muerte es algo incomprensible, por ahora, como también lo es la vida. Y en verdad sólo los hombres morimos, como decía Borges somos 'preciosos y patéticos'. Un saludo.
Si que en ocasiones parece que nuestro mundo se desmorone, cuando desaparecen personas que no imaginamos de otro modo que alegres o trabajando o como sea.
Es nuestro sino.
Me gusta mucho la frase de Borges que ha puesto Mari carmen, no la conocía, lo define tan bien...'preciosos y patéticos'
Un abrazo KOOLAU
Hola Koolau, que tal estas? se echan de menos tus entradas.
Saludos!
Pues ya ves, Luisa: hecho un vago, con mi pereza de siempre, rayando ya en la más absoluta molicie. No se cómo algunos todavía me seguís.
Un beso, amiga
Quítate la pereza, no es buena.
Pues no se, pero aun miro esperando nuevas entradas tuyas.
No se quien dijo que la pereza era malísima... algún anónimo xD
Un beso amigo KOOLAU.
Estoy de acuerdo con Luisa yo también espero entradas tuyas como las del 7 y 10 de octubre que son las que más me gustan. No sé si te gusta la poesía, por si así fuera te dejo algo de su libro 'Coser y cantar'.
"Para nada
para nada nadaba
el pez en el agua...
Para nada,
y nadaba y nadaba.
Entre la luz y la sombra,
algunas cosas de nada,
que están porque se las nombra.
Como el agua,
incansable
repite las mismas gracias.
En la urna clara
de la mañana,
el almendro blanco
se derramaba.
Por el cielo:
chico el pájaro,
grande el vuelo.
¡Cielos, yo os reclamo
esa poca y gris necesidad de los olivos!"
Un saludo.
He querido decir de la poeta Isabel Escudero.
Estoy de acuerdo también con Maricarmen. Preciosa poesía.
Gracias por la poesía, Mari Carmen, me encanta la poesía, y esta en particular es excelente, pero ¡ay! me temo que me puede la pereza, que NO considero en absoluto un pecado (y si lo fuese, es tan dulce pecar...)
Bueno KOOLAU, siempre me han dicho que era mala, pero empiezo a dejar de creerme eso, ahora en serio si te da pereza, pues pereza, que no se para que hablo si soy una perezosa también xD
Lo de insistir es porque tu blog no me da pereza leerlo ( juego de palabras jeje) es un blog que me gusta.
Saludos y hasta que te apetezca :)
Pues, eso, Luisa: que ya iba a prometer, pero mejor me abstengo, que tengo miedo a pecar.."No prometerás en vano" (Ni siquiera se si existe este mandamiento, o me lo acabo de inventar).
Un beso, y gracias por la atención -aunque se que me estoy ganando a pulso que mis no demasiados, pero fieles, seguidores me abandonen-.
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