“El animal más bello del mundo”. Así rezaba su publicidad promocional. Lo era.
Me enamoré de Ava Gardner siendo muy niño, sin saber todavía quién era. En “55 días en Pekín”, película de aventuras que me encantaba, recuerdo, entre los coloridos desfiles de los ejércitos occidentales, rusos, ingleses, franceses, americanos, incluso japoneses y ¡españoles!, el impacto que me produjo aquella morena bellísima que interpretaba a una baronesa rusa Natalia Ivanoff ya madura (Ava tenía 41 años en ese momento), viuda de un oficial y que, repudiada por su propia sociedad, se refugia en los brazos de un mayor americano, interpretado por Charlton Heston (quizás sean los absurdos celos infantiles que este hecho me produjo, la remota causa de la manía que siempre le tuve al pobre Heston). (“Papá, quién era esa señora tan guapa”, pregunté casi “babeando” al salir del viejo “Goya” (1)”. “Es Ava Gardner, nada menos, hijo”, me contestó mi padre, un tanto descorazonado, como quien se refiere a una ilusión imposible, a una quiniela de 14 o al “gordo” de la lotería.
Ava, la de la vida disoluta, la borracha, la ninfómana, la “chica mala” por excelencia, la dueña de su propia y libérrima sexualidad (todo esto lo fui sabiendo después) y, si de niño ya me había enamorado de la belleza incontestable de aquella baronesa Ivanoff, cuando fui creciendo su interprete acabó por convertirse en mi amor imposible por excelencia.
En bañador negro, parapetada tras las gafas de sol en “La condesa descalza”, o muy joven, “femme fatale” con insinuante vestido negro en “Forajidos”, hasta esa Lily Langtry de 50 años, fantasma inalcanzable para Roy Bean (Paul Newman) en “El juez de la horca”, trasunto de lo que Ava suponía para tantos de nosotros.
Quizás la Ava más bella, la indiscutiblemente más hermosa sean las de “Mogambo” y “La condesa descalza”. Tenía entonces 31 y 32 años respectivamente, y estaba en su plenitud vital. Sin embargo, yo la prefiero en “55 días en Pekín” o en “La noche de la iguana”, donde su físico ya nota el paso de los años (y el peso de esa buena “mala vida” al que lo sometió) –tenía en esas películas 39 y 41 años respectivamente-. Ese rostro hermosísimo pero en el que el paso de los años ha obrado ya su inevitable trabajo, donde se insinúan las arrugas, las marcas del tiempo, pero también de la experiencia, las señales que el tiempo y una vida de excesos, de grandes pasiones y, en consonancia, frustraciones igualmente grandes. La Ava que se había bebido la vida. Ava Gardner viva, en suma, y, efectivamente, “el animal más bello del mundo”.
Esa morenaza perfectamente imperfecta. Con esas curvas vertiginosas. Ese pedazo de mujer, esa era Ava Gardner. Perdón, esa ES Ava Gardner (pues el cine tiene la virtud de convertir en inmortales a los que lo pueblan). Ese rostro bellísimo, ese hoyuelo en la barbilla. Esa perfección, ese permanente desafío. Esa es la mujer de la que sigo enamorado después de tantos años. ¡Qué frustración!
(1).- En los años 70, yo vivia cerca del hace muchos años desaparecido cine Goya. Era un cine pequeño, que en Gijón servía como cine de reestreno de películas de éxito dedicadas a un público infantil y juvenil. Luego, a finales de los 70, poco antes de su definitiva desaparición, tendría un breve periodo en que acogió al efímero cine "S", aprovechando quizás su ubicación cercana a algun conocido prostíbulo gijonés.
Inédito de Mérida 2024 | Anotaciones sobre su programación
-
|| Festivales
Inédito de Mérida 2024
Anotaciones sobre la 19ª edición
Emilio M. Luna
Cáceres |
*fechas*
| Del 21 al 30 de noviembre de 2024. |
cabece...
Hace 9 horas
3 comentarios:
Pues a mí que me parece clavadita a Charo López...
Idealizamos a esas personas que vemos a traves de las imagenes, imaginamos maravillas de ellas y de forma premeditada ignoramos que son como nosotros solo que externamente muy bellas. Las mujeres que con los años ganan en atracción siempre perduran a las guapas. Realmente el apelativo que le pusieron le iba bien. Animal, porque solo ellos pueden ser realmente bellos.
.-Pazzos, es que con Charo López, yo también "babeo". Lo uno no quita lo otro.
.-Eva, bienvenida a la "leprosería". Conociéndome, creo que tu blog me hubiese gustado, pero, desgraciadamente, la estúpida censura de COCEMFE,a la que ya me referí en otras ocasiones, me impide acceder a él.
Publicar un comentario