miércoles, 12 de mayo de 2010

LA PUBLICIDAD "POLÍTICAMENTE CORRECTA" DE COCEMFE


Me ha llamado negativamente la atención, la última campaña publicitaria de una entidad a la que pertenezco (o pertenecía hasta el año pasado, ahora no estoy seguro).
Sí, COCEMFE, siglas que correspondían, al menos hasta ahora, a coordinadora estatal de minusválidos físicos de España, ha lanzado una campaña, cuyos objetivos no alcanzo a comprender del todo (quizás es que, aparte de inválido, sea yo un poco “corto de entendederas”) y que resumiré así: sobre la imagen de un miembro de nuestro colectivo en silla de ruedas, aparece la leyenda, “hace mucho tiempo, inválidos; hace menos, minusválidos; ayer, discapacitados; hoy, personas con discapacidad; mañana, simplemente personas; COCEMFE, avanzando contigo”.
Y me llamareis “rompe-huevos”, “tiquismiquis” o lo que queráis, pero no me gusta. No me gusta el obsesivo empeño de gran parte del colectivo de minusválidos, discapacitados o, por qué no, simplemente inválidos, de enmascarar nuestra realidad con juegos de palabras. No me gusta nuestra actitud vergonzante, ese huir de nuestra realidad. Me parecen infantiles, ridículos y estériles todos esos esfuerzos por enmascarar nuestra realidad ¡Pues claro que somos personas! ¡Faltaría más!
Sin embargo esta demencial campaña de COCEMFE pareciera ponerlo en duda.
Naturalmente que los minusválidos (acabaré utilizando este término, digamos “intermedio” entre “inválido” y “discapacitado”) somos seres humanos diferentes. Algunos hemos acabado por estar orgullosos de ello. Creemos (o creo yo, al menos) que, globalmente, la vida nos ha hecho un regalo: destacamos de la masa, somos especiales y, en cierto sentido, mejores. Tenemos que utilizar más el cerebro, pensar más, sentir más, para no quedarnos rezagados.
Al menos en nuestro primer mundo, tenemos la suerte de disponer de una serie de ayudas técnicas que nos facilitan una vida en práctica igualdad de condiciones, al reto de seres humanos completamente “válidos” (para entendernos, por abreviar, porque, a veces, lo “políticamente correcto” convierte cualquier discurso en ininteligible).
Si…ya se, “válidos” somos todos, en silla de ruedas, o sobre dos piernas, sólo tenemos distintas capacidades, bla, bla..., pero prefiero obviar todas esas interesantes disquisiciones, y mantener un discurso mínimamente inteligible. Porque si, en virtud de determinados principios, convertimos al lenguaje en un problema, acabaremos por no entendernos. Y ese es el principal inconveniente del lenguaje llamado políticamente correcto.
Pues bien, y aunque no venga a cuento, yo soy del Atlético de Madrid (que tenemos a gala ser diferentes y, por lo tanto, políticamente incorrectos, y además, estamos orgullosos de ello), y le aplico a mi colectivo la misma máxima que al equipo de fútbol con el que simpatizo ¡Viva la diferencia! Y, siempre, llamemos a las cosas por su nombre.
Si no, será imposible entenderse.

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