He visto la unánimemente alabada “El secreto de sus ojos”. Y me uno al coro de admirados. Es un melodrama denso, redondo. Una historia que conmueve. Incluso sus excesos (ese final que no desvelaré, por ejemplo) acaban siendo bien digeridos y no chirrían.
Es una película de actores (Darín y Villamil están espléndidos, enamoran, lo suyo acaba siendo mucho más que la recurrente “tensión sexual no resuelta”. Hay miradas gestos, complicidades... hasta esa “Lubitschiana” puerta que tras la que todo se resuelve...)
No es una comedia como la excelente “El hijo de la novia”, pero el humor sirve de contrapeso al drama (denso, durísimo) de forma perfecta.
También es una historia terrible, enmarcada en los peores años de la ominosa dictadura argentina, en los que se cometieron las mayores atrocidades impunemente.
El mal, un mal absoluto, sin matices ni “relatividades” y la venganza, justiciera, morosamente planificada, son dos de los ejes en torno a los que se articula la función. El otro es el amor. Como el mal, el amor no puede ser si no absoluto, eterno, inapelable. Benjamín Expósito (Un Ricardo Darín que se consolida como el gran actor argentino del momento, a la altura de sus “mayores”, Luppi o Alterio) nunca olvidó cómo llegó hace 25 años a un juzgado de Buenos Aires, y conoció a una joven y guapa ayudante del fiscal, Irene (colosal Soledad Villamil). Cómo se fue enamorando de ella, y cómo ese amor nunca acabó de fructificar. Ahora, 25 años después, Benjamín se reencuentra con Irene, tras volver de su forzoso retiro en Jujuy y olvidarse de Buenos Aires una larga temporada, donde las circunstancias lo relegaron. Benjamín no ha olvidado. La memoria, algo fundamental en esta trama, sigue intacta. El amor nunca materializado, también.
No ha olvidado, ni quiere ni puede, cómo las circunstancias lo alejaron de Buenos Aires y de Irene. Necesita recordarlo. Necesita plasmarlo en papel. Está convirtiendo los ominosos hechos que lo empujaron al “exilio jujeño” en una novela. Indagar en esos hechos da sentido a su vida. Y el reencuentro con Irene, claro. Recordar es doloroso, no obstante. Benjamín ha perdido mucho en el trayecto. Ha perdido la inocencia. Ha perdido a su amigo del alma, Sandoval (Guillermo Francella, excelente en su papel de borracho lúcido y desencantado, contrapunto cómico del protagonista, un papel que en “El hijo de la novia” Campanella le adjudicó al gran Eduardo Blanco).
Benjamín necesita recuperar “el tiempo perdido” para darle sentido a una vida que ha ido deslizándose por el sendero de la inanidad. Lo hace, recordando, reconstruyendo un pasado terrible. Y plasmándolo en papel. La indagación le lleva a reencontrarse con Morales (Pablo Rago), el novio de la víctima del crimen atroz que origina el relato, y así descubrir finalmente la hiperbólica venganza a la que este hombre aparentemente pequeño ha dedicado toda una vida. Porque aclarar ese crimen, que se sitúa en la convulsa Argentina previa al golpe del 76, la Argentina podrida de Isabelita y López Rega, la Argentina convulsa de los Montoneros y la Triple A, se convertirá en la misión que de sentido a su vida. Una vida que llevaba camino de instalarse en la mediocridad, de no ser por la luminosa aparición de Irene que 25 años atrás fue capaz de darle la vuelta completamente a la vida de Benjamín. Irene es el amor inalcanzable, que sólo ha podidito ir tomando cuerpo con miradas cómplices, pieles que apenas se rozan fugazmente, frases sobreentendidas de las que sólo los protagonistas tienen la clave (ese “pánfilo” lleno de cariño que ella le acaba llamando, envolviéndolo con la dulzura infinita de su mirada). Un amor que es también dolor ante su imposibilidad, anhelo, deseo nunca satisfecho, que sólo se acabará resolviendo con infinita elegancia tras una puerta que se cierra, y que permite salir del cine con la sensación de que no todo es dolor y desesperación, de que no todo está perdido...
La película se basa en una novela de Eduardo Sacheri, que no conozco. Pero Campanella dota al buen guión del que se co-responsabiliza con Sacheri precisamente, de inapelables valores cinematográficos en forma de sobreentendidos, miradas, roces...
En resumen: creo que estamos ante una de las grandes películas del año. Conmovedora y maravillosa síntesis de una de las grandes tragedias del siglo XX.
18 comentarios:
La semana que viene iré a verla, Darin siempre me gusta, y Campanella es bastante equilibrado, por lo que seguramente me uniré al grupo de los defensores, como tú.
Oye Ro, qué es de tu vida, que ni te veía en los blogs de cabecera, ni en el tuyo, ni en los de nuestras comunes amigas...
Bueno, me alegro de tu vuelta... al ruedo
Pues no te la pirdas, FB. Seguro que te gusta tanto como a mí.
En cuanto a mi "desaparición", no te preocupes: su causa no es nada malo, si no todo lo contrario.
Y, además, ya estoy de vuelta, en todos los sentidos. Perdón por haberos abandonado una temporada, pero cuando sólo se tiene cabeza para una cosa, es lo que pasa...
Justo vi la película ayer, y también me uno al coro de "convencidos", una gozada de película, lo tiene todo, intriga, humor y mucho amor... salí del cine encantada (y últimamente es algo que no me ocurre)...
Pues sí, Descon, sale uno del cine verdaderamente satisfecho, con la sensación de haber visto algo grande, un film destinado a convertirse en "clásico".
Si bien no soy pro-Campanella, es cierto que es una muy buena película.
El final me dejó disconforme, pero es recomendable. No me uní al séquito de seguidores de El Secreto de sus Ojos, pero le deseo suerte en cualquier festival al que se presente.
Saludo.
Bienvenido a la "leprosería", mge. Yo tenía mis reticencias con Campanella, me parecía un director, quizás, un tanto "blando", con oficio indiscutible, pero que no me acababa de convencer del todo. Así, "El hijo de la novia", por ejemplo, me pareció una película "bonita", bienintencionada, soberbianente interpretada, etc.., pero le faltaba ese "algo" que "El secreto de sus ojos" sí tiene, y que lo convierte en un film escepcional.
un saludo desde la otra orilla del oceano.
Es un peliculón sin duda, prácticamente de acuerdo en todo...quizás necesite algo de tiempo para saber si es de seas pelis que pasarán a la historia como obra maestra.
Darin es el tipico actor que me creo sus personajes siempre, es enorme; Soledad Villamil esta fantástica también, y los diálogos son tremendamente ágiles própios del nuevo...ya no tan nuevo de ese cine argentino que salio desde "el hijo de la novia" o "nueve reinas".
Una peli de la que sales feliz, enorme peli!
saludos
Pues sí, Atikus. Yo salí del cine con la sensación de haber visto algo grande, destinado a convertirse en un´"clásico" de los que a tí tanto te gustan.
un saludo, amigo
Es la primera reseña que leo y me gusta que las críticas en este blog sean tan buenas, de todas maneras no pensaba perdérmela, Darín es un tipo que me gusta como actor y me cae fenomenal como persona. En una entrevista en el último numero de la revista Squire, cuando le preguntan por el éxito de la peli que comentas el responde: con esta película se prendió fuego a la audencia.
Y veo que es exactamente eso ¿No crees?
Besos Ro ¿No tendrá la culpa de tus largas pausas un fenómeno llamado Feisbuc?
Muá!
Pues, no, Eva, el "feisbu" ese, no me quita el sueño, precisamente. Son otros asuntos más "carnales" los que me alejan periódicamente de estos mundos virtuales. Pero, como ves, por suerte o por desgracia, ya estoy de vuelta y os pido perdón por mis ausencias pero, qué se le va a hacer, uno no vive sólo de internet, por muchos (y buenos) amigos que haya hecho en este mundo....
Uy! Ha dicho carnales...
pos viva los asuntos carnales, sean del tipo que sean!!!
como me alegra leerte de nuevo y con energias renovadas, es todo un gustazo;)
y me uno al clan de los encantados con la peli, hacia tiempo que no veia una peli interesante que mereciera la pena mencionar.
besotes Ro
Hombre, Nuria: ¡Cuánto tiempo! Yo también me alegro de volver a tenerte por aquí. En cuanto a las "carnalidades", prefiero dejarlas en una "elipsis", sin más comentarios. Se te echaba de menos, creeme.
un beso grande, amiga
¡Qué bien tenerte otra vez pòr aquí, Nuria!. Encuanto a esos asuntos "carnales" prefiero mantener la discrección, y mantenerlos, digamos, en "elegante" elipsis.
Muchos besos, amiga.
Hola Ro,
Verás, nada más salir del cine de ver esta película, John Self me preguntó qué me había parecido, y sin pestañear le dije que era magnífica: interpretaciones magistrales, una buena historia, un excelente guión, fotografía, realización... En resumen, una gran película plena de aciertos.
John Self, con una sorprendente intuición, insistió:
-Sin embargo...
Pues eso, había un “Sin embargo” y ni yo misma no sabía de qué se trataba. Me limité a encogerme de hombros. Entonces John Self dijo:
-Sin embargo... No te ha emocionado.
Sonreí. Tenía razón, como siempre que hablamos de cine.
Te mando un abrazo y espero encontrarte eternamente centrado en esos “otros asuntos” que te distraen de estos mundos virtuales.
¿Qué ganas tengo de ir a verla! todo el mundo me habla bien de ella.
¿Has ido a ver "Si la cosa funciona"?.
A mi me encantó. El Allen de antes.
Verborrea a porrillo, vamos que no callan , pero verborrea sin desperdicio.
Huy!...Ha dicho "carnales"?
La mejor película que he visto en los últimos años, sin duda.
Un abrazo.
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