Pues sí, mi amiga Paula (que acaba de abrir este rincón de la bloggosfera, (http://paula-paulamenndez.blogspot.com/), resultó ser Susana, una niña a quien conocí con 6 añitos, y de la que, tengo que reconocerlo, andaba un poco “enamoradillo” (una de las primeras de la larguísima lista de amores platónicos que pueblan mi biografía -o más bien frustrados o imaginarios, no se crean-).
Después de dejar, a los 9 años, aquella academia, en que todo era provisional, desde las maestras (que la habían puesto al no superar las oposiciones de magisterio) hasta los alumnos (un reducido grupo de niños y niñas que estábamos a la espera de encontrar plaza en algún colegio público-eran tiempos muy diferentes, pues mi generación, la de los nacidos en 1965, era la del cenit del “boom” de la natalidad, y a comienzos de la década de los 70 el número de colegios era más bien escaso-).
Por lo menos la academia (de nombre Alfonso II) era mixta. Fue al año siguiente de dejarla, cuando me “despeñé” por los erróneos derroteros de los colegios segregados –un horror que parece felizmente superado en la actualidad-.
Susana fue, sin duda, uno de mis primeros amores. Por eso, cuando Paula (una amiga que conocí en el “Taller de relato” que, en cierto sentido está tan relacionado con el origen de este blog (1), una chica inteligente, culta, dulce que ahora trabaja en la consejería de Bienestar Social del Principado de Asturias) llegué a la conclusión de que ella era Susana: “es que yo tengo nombre de “culebrón sudamericano”, en realidad me llamo Paula Susana”, me explicó ante mi incredulidad ante el echo de que yo no recordaba a ninguna Paula que asistiese a aquella remota academia, casi perdida ya en el fondo de mi memoria.
Recordé entonces a los hermanos Ramón (mi mejor amigo de entonces) y José, a su amiga Elena, (inseparable de Susana, por aquel entonces), a Sara, que vivía a la vuelta de la esquina de la academia (una niña morenita de hermosos rasgos “gitanos”), a Teresa, otra niña algo más pequeña que nosotros, hija de una conocida de mi padre, a la que, no se muy bien por qué, yo no soportaba (quizás por su extrema delgadez, o yo que sé), a Amadeo (el hijo de un policía secreta con el que coincidí sólo un año en la academia, pues pronto encontró plaza en los Jesuitas), y con el que, me acuerdo, protagonicé un lamentable incidente cuando su madre me invitó a su casa a merendar y yo, que durante mi infancia fui la desesperación de mi madre pues apenas comía, vomité escandalosamente todo lo que había merendado (algo que todavía hoy me da vergüenza recordar).
Al enterarme de esta enorme casualidad, estos lejanos recuerdos volvieron a mi memoria, y como Paula, a la que yo prefiero llamar Susana, en honor a los viejos, viejísimos tiempos insistió tanto en que tenía que escribir un texto para estas sus “Cortazarianas” “Historias de Cronopios” a las que les invito a visitar, y como mi imaginación anda en horas bajas, y mi pereza (como siempre) disfruta de excelente salud, lo único que mi pluma ha podido pergeñar es este catálogo de recuerdos lejanos, que espero a Susanita no le disgusten demasiado y, eso si, recomendaros a todos que visitéis a menudo este nuevo rincón de la bloggosfera (pensad que nace, no bajo mi lamentable patrocinio, si no de el gran Julio Cortázar, y que lo que os encontraréis aquí tendrá que ver más con “Rayuela” que con las erráticas divagaciones de este “leproso” perezoso).
Le deseo mucha suerte a mi amiga Paula (que yo prefiero llamar Susana) y espero que visitéis esta su casa “virtual” con asiduidad.
Koolau el leproso
(1).- Este blog comenzó ante mi disgusto cuando creía haberme quedado sin plaza para un taller de relato de la Universidad Popular de Gijón (precisamente donde conocí a Paula, o me reencontré con Susana, como quieran), y entonces mi amigo Manuel (http://pazzos.blogspot.com/ ) me introdujo, como alternativa, en este mundo de los blogs, algo que nunca le agradeceré lo bastante.
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Hace 3 días
7 comentarios:
Jo, yo hasta los 18 años no pude estar en una clase con chicas, seguro que por eso me va tan mal jaja!!
Que historia tan bonita!, sin duda las mujeres son una gran fuente de inspiración creativa, para Cortazar o para tí ;)
Pues yo, más o menos, porque al año siguiente de dejar aquella academia, ingresé en lo qu entonces se llamaba un "colegio nacional", y en aquella época, eso todavía implicaba que los chicos iban a un colegio y las chicas a otro. Esto, en mi caso sólo duró tres años porque al llegar al instituto ya era mixto, y por eso, creo que los que llegamos a la enseñanza media provenientes de colegios "segregados", que no eran todos, llegábamos como "burrinos", que se dice por aquí.
De todos modos, tampoco guardo especial mal recuerdo de mi colegio de los 10 a los 13 años, aunque si era consciente de que me privaba en esos importantes años del contacto con las chicas, y eso me "mortificaba" bastante (mi primo-de mi misma edad-tuvo la suerte de ir a un colegio mixto en la misma etapa, y recuerdo bien, cómo envidiaba yo sus primeras "aventuras" con las chicas).
Pasaremos por el bloc de Susana.
Es buena la anécdota de la vomitona. Quien más quien menos ha sentido el ridículo en su infancia.
Veo que somos de la misma generación. Yo también fui al cole exclusivamente con chicas hasta los catorce años, pero llegó el instituto y hubo tiempo para todo. Entre ellos el primer amor.
Besos
Que seamos de la misma generación es fácil, pues tengo entendido que la de 1965 es la más numerosa de la historia de España. En cuanto al primer amor, yo tengo serios problemas para fecharlo, pues siempre he tendido a ser enamoradizo, aunque estos incesantes "amorea" rara vez se traducían en algo tangible. Pero, en fin: ¿qué sería del ser humano sin la imaginación?
Perdón: amores, no "amorea", estos dedos....
Los primeros amores, al menos en mi caso fueron platónicos. En clases particulares, donde si se permitían chicas, con 12 o 13 años , aisssss, no mejor no recordar el año, que envejezco...bueno soy del 64, tampoco mucho mas viejo eh!!
abrazos
Del 64. Entonces, me sacas un año, nada, que eres un abuelete...
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