LUIS, EL DE JOVE
Jove es un barrio de la zona oeste de Gijón, cercano al puerto de “El Musel”, y al vecino concejo de Carreño. Casualmente yo nací en su hospital, pues en 1965 faltaban aún 5 años para que se inaugurase el complejo sanitario de Cabueñes, el gran hospital gijonés, por lo que todos los gijoneses de mi edad nacimos en Jove, actualmente segundo hospital gijonés en tamaño e importancia y en donde por aquel entonces estaba instalada la maternidad.
Pues a la “leprosería” llegó hace unos meses Luis que ¿cómo no? padece también esclerosis.
Además sufre también diabetes, por lo que no puede comer todo lo que a él le gustaría.
Como el bilbaíno que para reafirmar su autenticidad repite aquello de “Yo soy de Bilbao, del mismo Bilbao”, así Luis repite a la menor oportunidad su “axioma” particular: “Yo soy de Jove”, recalcando mucho cada fonema y acompañándose del índice a cada sonido: “d-e-j-o-v-e”.
Si alguien le menta la religión, le responde de parecida manera: “Y a mi qué, yo soy apóstata, a-p-ó-s-t-a-t-a”, con el “índice acusador” siempre acompañando cada sonido.
Fumador empedernido, suele repetir también, con la sorna que le caracteriza: "Fumar mata, pero mata lentamente, así que para qué me voy a preocupar ya"(lo dice, como es habitual en él, recalcando lentamente cada fonema, como si temiese que sus palabras pudiesen evaporarse y no quedar grabadas en nuestras mentes).
Luis, que tiene 47 años, es delgado, con un cabello que comienza a escasear, sonríe poco (Begoña, la auxiliar más “guasona” de la “leprosería”, le pregunta siempre ¿Cómo estás tan enfadado, Luisín?) a lo que él responde, a lo sumo, con un encogimiento de hombros, porque Luis es parco en palabras y de gesto permanentemente austero y quijotesco.
En uno de sus escasísimos ataques de locuacidad, nos contó el otro día que él había echo la “mili” en Marina, que cuando el intento de golpe de estado en el 81, las pasó canutas, pues los acuartelaron sin darles más explicaciones.
Luis es tan austero y escueto en palabras que prácticamente esa es la única anécdota que he oído salir de su boca. A mi me parece bien, pues prefiero, en general, a los que ahorran en vacuidades y tonterías, que a los que me “amargan” la vida con una catarata de palabras sin sentido.
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5 comentarios:
También seré escueta esta vez, gracias por contárnoslo.
Un beso
Decía Shakespeare que la brevedad es el alma del ingenio.
Tiene razón eva, con tanta escuetez, parece que es mejor ser breve, sin duda la mejor manera de no decir demasiadas tonterías.
Un beso desde Oleza
Yo, aunque una de mis obras "de cabecera" sea "En busca del tiempo perdido" también prefiero lo breve: Gracias, amigas
Si es que en este mundo no se valora el silencio en todo lo que vale. Pero es que hay quien le tiene miedo, sin darse cuenta de que mucho más aterradora es esa catarata de palabras vacías que uno no desea escuchar pero que no tiene más remedio que hacerlo. Deberíamos tener párpados también en las orejas ;)
Releo tus últimos post, Koolau, y me alegro de que hagas una valoración tan positiva de tu entrada en la leprosería. También los cambios nos asustan, pero cuando uno descubre que han sido para bien, da gusto mirar atrás y ver el poco sentido que tenían.
¡Un beso!
Completamente de acuerdo en cuanto al valor del silencio. Aquí, precisamente, hay una seie de personas (este Luis y Ramón -"el peripatético". por ejemplo) que prefieren hablar poco a decir tonterías, lo que siempre es de agradecer.
otro beso, amiga
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