jueves, 21 de abril de 2011

RAQUEL

¿Laura?





A Enrique Anderson Imbert, genial autor del prodigioso relato breve "Sabor a pintura de labios"



Raquel es mi mejor amiga. A pesar de que como el arquitecto brasileño amo las curvas (y en el cuerpo de Raquel –delgada, estilizada, rectilínea, elegante- las curvas no abundan) confieso que estuve enamorado de ella, hasta que me di cuenta que era mucha mujer para mí. Desde entonces vuelve a ser mi mejor amiga. Yo le cuento todo y ella me cuenta lo que le parece. Es cierto, parece un “trato” desigual, y más teniendo en cuenta que la vida de Raquel es mucho más interesante que la mía. Pero a mí siempre me gustó imaginar…

Raquel suele repetir que ella “es curiosa lo que más”. Y esa admirable cualidad es cierta. A Raquel le gusta investigar. Indagar nuevas posibilidades. En eso no nos parecemos, porque yo soy cobarde y poco decidido, y aunque me gustaría parecerme a ella, sencillamente no me atrevo.
Supongo que esa, la curiosidad, es la razón principal que hace dos años la impulsó a acostarse conmigo. También cierto cariño, espero.

Ahora Raquel ha cambiado el objeto de su insaciable curiosidad. Una vez que sabe cómo es el sexo en silla de ruedas, se ha lanzado a indagar sobre el amor homosexual. Y me parece muy bien (aunque esto sea, a todos los efectos, completamente irrelevante). Lo digo sin saberlo seguro. Hasta el momento sólo me lo ha insinuado (Raquel relata sus historias como una nueva Scherezade. Siempre te deja con ganas de saber más..., de saber cómo continúa la historia).

Pero como Raquel es MI personaje, y como este es un relato de ficción, me atrevo a contarlo sin prevención alguna.

Ahora imagino. Imagino a Raquel, que inexperta en el amor lésbico, se dispone nerviosa a mantener su primera relación homosexual. La elegida es una chica muy joven. Desde luego mucho más joven que ella. Una ninfa no muy alta ni muy baja, menuda, de tez y cabello claros (bueno, eso antes de raparse "al cero", lo que le proporciona un "extra" de ambiguedad, que a Raquel la excita enormemente). Y una sonrisa...Y ojos verdísimos, como esmeraldas. Pero, a pesar de su extrema juventud, con mucha más experiencia que Raquel en el amor entre mujeres. Pongamos que se llama Laura.

Pues bien, una calurosa noche meridional, el calor y el alcohol, incitan al amor. Laura, sentada, contempla a Raquel mientras baila delante de ella en la discoteca. Contempla, mientras sus labios degustan  morosamente una copa más, su espalda primorosa. E intenta adivinar cómo será ese culo perfecto cuyas caderas ahora se mueven sinuosas, una vez la despoje del pantalón y las bragas. Se imagina la delicia del sabor de la carne de esas nalgas excelsas. Y es que el culo de Raquel siempre causó admiración general (yo que, por un breve instante, pude tenerlo a mi alcance, puedo dar fe de ello). Raquel está nerviosa, excitada. Pero se ha fijado en Laura (tan joven, tan dulce, tan hermosa) y se ha dicho, ¿por qué no? Y ese baile no es casual.Raquel sabe cómo seducir, y aunque nunca lo ha hecho con otra mujer, tampoco tiene por qué ser tan diferente.

Cuando conoció a Laura la mañana anterior, enseguida simpatizó con ella. Le “echó el ojo”, se podría decir. Le encantó su conversación, su desparpajo “andaluz”, su alegría. Esa noche, para su sorpresa, se masturbó pensando en ella. Nunca lo hubiese creído. La primera vez con una mujer. Y tan joven…

Así que el “por qué no” se instaló en su cerebro con más facilidad de la que esperaba. Al día siguiente no se quitaba a Laura de la cabeza. Y ya hemos dicho que Raquel no es mujer de dejar las cosas a medias. “Tengo que conquistarla” se dijo. Y de pronto notó cómo el pánico la comenzaba a atenazar. No sabía nada de relaciones entre mujeres, y, por primera vez en su vida, el miedo se apoderó de ella. Aunque había observado que a la grácil Laura no parecía serle indiferente del todo, no la abandonaban los temores “¿Y si no le gusto? ¿Y si le resulto demasiado mayor?

Cuando a la noche siguiente, y tras ingerir unos cuantos “mojitos” para darse ánimo, sonó en la discoteca la “lambada” (la versión original de finales de los 80, la que recordaba de su juventud, no la nueva aderezada por el inevitable “chunda-chunda”) vio su oportunidad, y con la agilidad de la pantera que llevaba dentro, interrumpió de súbito su charla con Laura y Ana (la amiga lesbiana que, sin premeditación, la estaba introduciendo en ese mundo) y, ni corta ni perezosa, dejándose llevar por la música de su juventud, comenzó a moverse como sólo ella sabía. Notaba que la mirada de Laura, clavada en su culo, la traspasaba. Por un momento pensó que los ojos de Laura eran su lengua que dibujaba la senda entre sus nalgas. Y cuanto más bailaba más se excitaba. Y ese calor meridional del sur de la meseta… Dios, cómo la deseaba.
De pronto cesó la música, Raquel se dio la vuelta y se encontró con los ojos verdes de Laura clavados en su cuerpo. Sus cabezas estaban muy cerca. Laura atrajo a la de Raquel haca sí, y le besó los labios. Fue un beso muy dulce. Pero Raquel ya estaba excitada y húmeda.
Luego, Raquel, apenas le salían las palabras, invitó a Laura a subir a su habitación del hostal.
La compartía con Ana, pero esta ya le había dicho que no iba a aparecer por allí en toda la noche. Que tenía otras ocupaciones. Que la perdonase.

“¿Qué te parece, Laura, la disculpamos?” dijo Raquel, mientras precedida por su nueva amiga, cerraba tras ambas la puerta de la habitación.

5 comentarios:

Luisa dijo...

Que pasaría si al ser humano le quitaran la necesidad de procrear...?
Puede que diera lo mismo ser hombre o mujer, es un imaginar, pero puede que las personas se enamoraran de personas, solo hay que quitar los instintos hormonales xD

koolauleproso dijo...

No creo, amiga Luisa, que la riquísima sexualidad humana, se reduzca a la procreación.
La procreación es sólo una mínima parte de la sexualidad. Afortunadamente tenemos instrumentos para desligar ambos conceptos. Yo, llámame freudiano trasnochado, creo mucho más en la eterna dialéctica de Eros y Thanatos, como motor de la sexualidad humana.

un beso, amiga

Luisa dijo...

Por supuesto que no se limita a la procreación, lo que puede que si quede limitado es la elección del sexo contrario.
Yo creo mas en la química ( no es que tenga mucha idea de eso, es dentro de mi lógica) creo que estamos impulsados por la química y las necesidades fisiológicas, como seres que nos tenemos que reproducir, si o si. Tendemos a "desanimalizarnos" pero solo en el caso hipotético de conseguir eliminar esa necesidad de procreación (claro es ficción) entonces si que tendríamos riqueza sexual. Puede que Eva esté en el camino de la "desanimalizacion" :)

koolauleproso dijo...

Pues yo creo, por polemizar un poco, que lo mejor es que asumamos nuestro indisociable lado a
"animal" y nos dejemos llevar.

Luisa dijo...

Si al final es lo que surge siempre, nuestro lado animal, puede que sea el mas humano que tenemos, y el mas divertido sin lugar a duda xD